Francisco Muro de Iscar – La pendiente.


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Uno de los más grandes y reconocidos físicos cuánticos, el español Ignacio Cirac, director del Instituto Max Planck de Optica Cuántica en Alemania -otro de nuestros expatriados, sin posibilidades y, lo que es peor, sin ganas de volver- dice que el problema en España «no es tanto la situación como la pendiente. No es dónde estamos ahora sino hacia dónde vamos». El se refiere a la investigación -y reconoce que había mejorado sustancialmente en los últimos años- pero vale para todo. Puede ser una pregunta -¿hacia dónde vamos?- o una constatación. Vista desde donde estamos la pendiente parece tan profunda que no se ve el fondo. Si lo hay. No hay horizonte. ¿Sabe alguien hacia dónde vamos?

Cirac dice que en tiempos de crisis hay que «priorizar la excelencia». Si hay que recortar, tal vez se pueda recortar en cantidad, pero deben concentrarse los esfuerzos para preservar la calidad. «Si se quiere tener buena ciencia no puede haber café para todos», añade. Esto vale para la ciencia, otra asignatura pendiente y casi siempre suspendida de la vida española, o para la Universidad, donde tiene que haber sitio para los mejores pero no necesariamente para todos, pero no vale para otras realidades. No vale para la educación, porque sin ella no hay presente ni futuro; ni para la sanidad, de la que nos vamos a quitar de un plumazo a cientos de miles de extranjeros sin papeles, muchos de ellos niños, a los que vamos a condenar en vida. Ni médicos ni medicinas ni vacunas ni nada. ¿Por qué están aquí, por qué les han dejado instalarse, empadronarse, tener una casa, llevar sus hijos a los colegios? ¿Quién es el responsable de tanta ineficacia y quién va a pagar por ello?

Es la crisis, claro, pero la evolución, positiva o negativa de una crisis está directamente relacionada con las decisiones que adoptaron los responsables de la gestión. Los de antes y los de ahora. Los de antes que miraron para otro lado ante un problema que no supieron o no quisieron solucionar, que negaron la realidad, que mintieron. Los de ahora, eliminando los problemas por decreto. Así no. Por mucho que la crisis se haya instalado entre nosotros y amenace con llevarse todo pendiente abajo, estamos hablando de personas, de derechos fundamentales, de la vida, de la solidaridad, de compromisos adquiridos, de ética. Y de eficacia en la gestión.

A quienes asumen la gestión de la política en nombre de los ciudadanos hay que exigirles que actúen con coraje, que resuelvan con inteligencia, que nunca olviden la ética, la mayor creación de la inteligencia humana como dice José Antonio Marina, que comuniquen con transparencia y que ejerzan de verdad el liderazgo ante la sociedad. Pero que no nos despeñen por la pendiente.

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