Rafael Torres – Al margen – Un tiempo espantoso.


MADRID, 30 (OTR/PRESS)

Este tiempo espantoso que hace desde que llegó la primavera, esta humedad absoluta del aire, estos vientos erráticos, estas temperaturas tan desagradables, los cielos plomizos, la sensualidad ausente del ocaso, las noches abatidas por la lluvia, todo este marrón atmosférico remitirá en los próximos días, escampará dejando lavadas las yerbas de los prados y los pavimentos de las calles, y el sol y la luz dorarán las tardes de los ancianos y los convalecientes. Algún suicida en ciernes se lo pensará mejor, o dos veces, y empezarán, entonces sí, a nacer y a brotar cosas por todas partes. Lamentablemente, cuando este tiempo espantoso amaine, permanecerá ese otro más espantoso todavía, ese tiempo de pesadilla que, viernes a viernes, Consejo de Ministros tras Consejo de Ministros, amenaza el gobierno de Rajoy con seguir propinando a los más débiles.

Diríase que los partidarios de este Gobierno, si es que le va quedando alguno fuera del partido que lo sustenta, se piensan a resguardo de las sevicias que propone y ejecuta contra el conjunto de la población española. Ayuno de toda idea relativa a la solidaridad y al reparto equitativo de las cargas, enrocado en el rancio clasismo que exuda por todos sus poros, el Gobierno más parece efectuar un ajuste de cuentas que un plan de ajustes. De lo conseguido en tantos años de lucha y reivindicaciones, esos pocos derechos que incorporaban a los españoles, bien que en precario, al club de las naciones democráticas y desarrolladas, parece el grupo de Rajoy no querer dejar nada.

Supone ese gobierno que el haber sido elegido por un tercio del electorado le otorga algún derecho para abolir los derechos de nadie, y menos los relativos a la salud y a la educación de las personas. No le cabe en la cabeza, pues parece actuar desprovisto de ella, que España no es suya, y que si recibió el encargo de administrarla, no fue para hundir en la miseria a sus nacionales, sino, antes al contrario, para librarles de ella. Más parece decidido Rajoy a ser el hombre del tiempo espantoso.

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