Rafael Torres – Al margen – Acercamiento de presos.


MADRID, 4 (OTR/PRESS)

La política penitenciaria debe carecer, como señalada auxiliar de la administración de Justicia, de toda connotación vengativa, por lo que la práctica de enviar a los reclusos a purgar sus condenas a establecimientos lejanos de sus habituales lugares de residencia debería ser definitivamente desterrada, cual creo que establece tímidamente la actual legislación, por cuanto extiende el castigo, contra toda justicia y razón, a los familiares de los presos, obligados a constantes y penosos viajes, y en ocasiones económicamente insostenibles, para visitarles y hacerles llegar el afecto o el apoyo moral de cuyo disfrute no les despojó, como es natural, la sentencia. Este principio, que tiene tanto que ver con la justicia como con la humanidad, con la compasión como con el mandato constitucional referido a la rehabilitación social del penado, se conculcó abiertamente, por ese prurito de venganza inaceptable en un Estado de Derecho, durante la tiranía franquista que sometió a los presos, comunes y políticos, a un ominoso régimen de «turismo» carcelario.

Retorna a la actualidad éste asunto por el guirigay en el seno de la derecha a cuenta de la política gubernamental de dar continuidad, a su manera, al proceso de desmantelamiento de ETA a través de las ventajas penitenciarias que establece la ley, una de las cuales, que como queda dicho no debiera ser ventaja sino derecho, es el acercamiento de los presos a sus puntos de residencia. La caverna, instalada en ese concepto de venganza adherido al de la punición, ha tildado de «traidores» a los dirigentes locales del Partido Popular, al guipuzcoano Borja Sámper sobre todo, ¡por expresar su acuerdo con las medidas del gobierno del Partido Popular precisamente! la sombra de Mayor Oreja, bien que en éste caso reforzada por la de Rosa Díez, es alargada, y la cuestión es si lo es tanto como para oscurecer y laminar la actitud del sector territorial del PP, el del País Vasco, más razonable, pragmático y apegado a las formas democráticas.

Lo sustancial, en todo caso, se relaciona más con el derecho de gentes que, aun relacionándose mucho, con los amenes de ETA. El acercamiento de presos, acción de fortaleza democrática, ha de ser bueno, necesariamente, para la democracia.

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