Rafael Torres – Al margen – Bankia y el Gobierno.


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

Según Bankia fue nacionalizada por el gobierno, la entidad, fruto de la fusión de un grupo de Cajas de Ahorro controladas mayoritariamente por el Partido Popular, inició una caída vertiginosa en Bolsa y, sobre todo, en la confianza de sus clientes, que, aterrados, acudieron a sus oficinas a retirar de ellas sus ahorros. Muchos se extrañan de que eso ocurriera precisamente al contar con la garantía del Estado, que en otros casos anteriores de intervención había llevado la tranquilidad a los depositarios, pero lo cierto es que no hay de qué extrañarse: ¿qué garantía puede ofrecer un gobierno incapaz de seguir garantizando la sanidad universal, la educación para todos o el propio procesamiento de los responsables de la quiebra técnica del cuarto banco del país? En efecto; el desplome de Bankia al ser intervenida ha sido, además de una catástrofe para centenares de miles de pequeños ahorradores, un «test» sobre la confianza que inspira el gobierno.

Es verdad que, aprovechándose de las luchas cainitas del PP en el seno de Bankia, de la impericia e irresponsabilidad de los políticos que han venido chupando de ella y de la situación de la economía española, los tiburones de la especulación bursátil han alimentado, en pleno vacío de poder de la entidad tras la espantada de Rato, el pánico entre los accionistas para hincharse a comprar a precios irrisorios, pero también lo es, y principalmente, que esa situación de caos y de desvalimiento del cliente de Bankia (en buena parte jubilados, pensionistas, humildes ahorradores…), ha sido generada por el propio gobierno, que, falto de reflejos y de algo más, ha incumplido con la elemental obligación de explicar pormenorizadamente los detalles de la nacionalización. Qué decir, por lo demás, de la pésima capacidad de comunicar que exhibe la actual dirección del banco, y de lo que parece un insoportable desprecio a los ciudadanos y a sus, en general, modestos patrimonios.

Ahora toca, al parecer, que Bankia suba para empezar a hacerla apetecible a los que acaben comprándola. Entre tanto, ¿cómo lleva la Fiscalía sus pesquisas sobre la monumental estafa de las Participaciones Preferentes?

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