Luis del Val – La difícil independencia.


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Hay muy pocas personas independientes en este mundo, sean empresarios, políticos, banqueros… o periodistas. Un periodista independiente resulta peligroso para quienes le contratan e incómodo para él mismo, y puede que por ello, haya tan pocos. Uno de esos es escasos ejemplares, José Luis Gutiérrez, alias «Guti», acaba de hacer aun más pequeña la lista, porque nos ha dejado.

Alto, poderoso y amparador, era un leonés que ejercía, y su voz bronca no parecía la más adecuada para los susurros de las cancillerías y antesalas del poder. La independencia, sobre todo para los que no lo son, se convierte en una molesta referencia de la que conviene separarse, y esa puede ser la causa de que el Guti no contara los amigos por docenas. Tuvo un largo y doloroso contencioso con el reino de Marruecos, al publicar el periódico que entonces dirigía, «Diario 16», una noticia cierta en la que se daba cuenta de que en un camión de naranjas, de una empresa propiedad de la familia real marroquí, se encontró un importante cargamento de droga. Hassan II contrató a un importante bufete de abogados francés, que amargó a Gutiérrez durante varios años, a través de unas sentencias de los tribunales españoles que rondaban con el delirio, porque reconocían la veracidad de los hechos, pero sentenciaban en su contra por razones de estilo. Es algo así como condenar el epìgrama de un poeta, no porque resulte ofensivo, sino porque la métrica no es la adecuada.

Al final, el Tribunal de Estrasburgo le dio la razón y sentenció que el reino de España no había respetado la libertad de Prensa. Fue un calvario ante el que los compañeros de José Luis Gutiérrez mantuvimos una confortable solidaridad en la distancia, pero sin que nos diera demasiada fiebre, seamos sinceros. Pero es la independencia, y el amor a la profesión, y la búsqueda de la verdad, y la excitación ya en las vísperas, y la pasión en el reportaje, lo que logra que este tinglado tenga todavía algún prestigio, e incluso cuando la cerviz se inclina con servilismo llegue la esperanza interior de que alguna vez hemos sido independientes, y en no pocas ocasiones lo somos. «Lo tuyo es la tartamuda» me aconsejaba el Guti, refiriéndose a la máquina de escribir, en aquellos tiempos en que el ordenador era casi un afeminamiento para los viejos rockeros de la Prensa. Gracias, Guti, por dar ejemplo.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído