Charo Zarzalejos – Rubalcaba vuelve a Moncloa.


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

La iniciativa partió del líder de la Oposición. Nunca se podrá confirmar si de no haberlo hecho, hubiera sido el Presidente del Gobierno quien llamara a Ferraz, pero somos muchos los que intuimos que no, que Rajoy no hubiera llamado y no sólo porque tiene mayoría absoluta, sino porque en el Gobierno tienen para no olvidar el rechazo del PSOE a la Ley de Estabilidad y en el PP un largo argumentario para poner en duda la oferta de diálogo y acuerdo de los socialistas. Naturalmente, los socialistas tienen también su propia lista de agravios y descortesías. «Ni nos llaman, ni nos cuentan ni nada de nada», confesaba hace unos días Elena Valenciano.

La situación no podía seguir así. El PSOE y más en concreto Alfredo Pérez Rubalcaba no podía permitir ni un día más la imagen de irrelevancia que con sus silencios estaba fomentando el propio Presidente del Gobierno que en esto, en lo de los silencios, es un auténtico maestro. «Si decíamos que Aznar era de cemente, este es puro granito» afirmaba hace ya algún tiempo un conspicuo socialista hoy alejado de la primera fila política.

Rubalcaba llamó y Rajoy no sólo atendió la llamada sino que un par de días después le esperaba a pie de escalera en La Moncloa. Ambos, ya perros viejos en esto de la política, hablaron durante tres horas. Sabemos lo que se nos ha contado y aunque nadie nos lo diga, lo que sí es seguro es que no se miraron con desprecio como Felipe González llegó a mirar a Aznar. Y así, sin despreciarse el uno al otro, hablaron de muchos asuntos y es seguro que en alguno habrá acuerdo. Habrá acuerdo a la hora de acudir a Europa y es seguro que la renovación del Tribunal Constitucional será un hecho a finales del mes de junio.

En lo que a RTVE se refiere, parece que se da por hecho y asumido el desacuerdo. Los socialistas dicen que es por el cambio introducido por el Gobierno para no sea necesaria la mayoría cualificada a la hora de designar al Presidente de la corporación. No es necesaria si en primera vuelta no se logra esa mayoría de manera que el cambio no impide el acuerdo.

Los desacuerdos que puedan producirse entre Gobierno y Oposición podrían ser todos de menor cuantía si, finalmente, fueran capaces de acordar la reforma de las administraciones. Esta reforma, a todas luces necesaria y desde luego urgente, es de las que requiere un gran acuerdo nacional que de consistencia a lo que se decida. Con el diseño de la Administración no puede ocurrir como con la Educación. La democracia es un régimen de derechos y libertades, de obligaciones y de garantías y también debería ser un régimen de certezas que no significa, en modo alguno, inmovilismo. Es tener marcos institucionales estables y campos de juego bien definidos. Como los marcos y los campos son para todos, PSOE-PP y Gobierno están obligados a lograr ese punto de acuerdo. El acuerdo no será un desdoro para nadie. Ni Pérez Rubalcaba tiene por qué cruzar sus líneas rojas, ni Rajoy vería en peligro el abundante caudal de confianza que los ciudadanos aún le otorgan.

Abrir los ojos por la mañana y poner la radio es echarse a temblar. Nada o casi nada es como se nos dice que iba a ser y así, en medio de tanta zozobra, Rajoy y Rubalcaba ,como máximos responsables de los dos partidos que de verdad vertebran España, están obligados al máximo esfuerzo en la búsqueda de algunas certezas y reformar las administraciones no es ninguna bobada. La tarea es urgente pero lo importante es que haga bien y para ello o hay acuerdo o hay chapuza aunque se haga desde una posición de mayoría absoluta. Rubalcaba ha vuelto a Moncloa y volverá. Debe volver porque España, en ningún caso y menos ahora, puede aparecer ante el mundo como un país deshilachado.

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