MADRID, 4 (OTR/PRESS)
A la vista de los recortes en prestaciones sociales y de las subidas de impuestos -negados durante la campaña electoral y, en teoría, excluidos del ideario del PP- se podría hablar con propiedad de una «agenda oculta» de Mariano Rajoy. Una hoja de ruta ajena y hasta opuesta a los discursos y razonamientos de cuando estaba en la oposición. Filtraciones de fuentes próximas a La Moncloa sobre nuevos e inminentes ajustes -en las pensiones: mediante la revisión del mecanismo automático de revalorización anual y en los impuestos, con una subida del IVA-, refuerzan esa convicción.
Es probable que de ser otro el estado de salud de los bancos y otra la situación económica general de España, Rajoy habría optado por una política menos agresiva para los intereses de las clases medias de asalariados y funcionarios. Nunca lo sabremos. Me temo que de ser cierto el pronóstico de los expertos acerca de la duración de la crisis, nos quedaremos con la duda porque, por desgracia, no parece que Rajoy vaya a disfrutar de mando en período de vacas gordas lo que no equivale a decir que no pueda seguir contando con el apoyo de una masa social muy importante porque visto lo ocurrido en los últimos años es evidente que el Partido Popular cuenta con un electorado fiel. Un núcleo de seguidores que se identifican con las siglas del partido al margen de quien esté en ése momento al timón.
Pueden criticar a Rajoy -y, de hecho, lo hacen en los medios-, pero no por eso dejaran de votar al PP. Con esa ventaja juegan sus dirigentes, a sabiendas de que una parte copiosa de su electorado está siendo víctima muy directa de los ajustes que impulsa el Gobierno. Es el mismo electorado que pese a las evidencias de casos de corrupción y, por lo tanto, de mala gestión, bajo la presidencia de Francisco Camps, volvió a conceder al PP la mayoría en la Comunidad Valenciana. Comportamiento similar, por cierto, al de los votantes socialistas en Andalucía, que pese al escándalo de los «ERES», siguieron confiando en José Antonio Griñán. Volviendo a la «agenda oculta», mi opinión es que aunque Rajoy haga lo contrario de lo que prometió, no por eso se enajenará el apoyo de los votantes del PP. Es lo que se llama el sesgo de confirmación: el personal, solo ve aquello en lo que cree. España, ya se sabe, sigue siendo diferente.
