Rafael Torres – Al margen – Goirigolzarri.


MADRID, 8 (OTR/PRESS)

El señor Goirigolzarri debería saber, seguro que sabe, que el banco que preside desde hace unas semanas era, antes de su llegada, un sitio donde atracaban a la gente. Es decir, que los atracadores no venían de fuera, sino que estaban dentro, prestos a fundirse el dinero que los clientes le entregaban para su custodia en turbias operaciones especulativas, en retribuciones e indemnizaciones multimillonarias a los jefes de la banda y en otra porción de ilícitos que, en la jerga del ramo, reciben el nombre de «malas prácticas bancarias». El señor Goirigolzarri, que ha llegado con la divisa de «profesional» a dicho garito, debería saber, seguro que sabe, que la limpieza integral de la fosa séptica de Bankia, que su retorno al catálogo de las entidades que se hallan dentro de la ley, pasa urgente e indefectiblemente, digan lo que digan las erráticas y contradictorias normativas de Bruselas, por devolver el dinero que sus antecesores robaron a los pequeños ahorradores que nunca pensaron que los atracadores, los butroneros, los forajidos, estaban dentro, y no fuera, de la entidad.

La chusma directiva de Bankia y de las Cajas que la montaron se embriagó, dada la falta de control que hay en éste país respecto a los delincuentes de guante blanco, con la facilidad para, mediante estafas y engaños, desplumar a la gente sencilla, que era la mayormente adscrita a la cultura de la «cartilla» y de los calendarios y las sartenes de las Cajas de Ahorro. Con las Participaciones Preferentes, la dicha chusma se acabó de volver loca: ocultaron a las víctimas, para reducirlas a esa condición, que ese producto rivalizaba con el mismísimo Dios por ser, como solo él, de naturaleza eterna, perpetua, infinita. Ahora el Gobierno, que hace malamente las veces de Estado en éste país que carece de él, le va a soltar a Bankia, a Goirigolzarri, unos cuantos millones extraídos sin anestesia del tesoro comunal de los españoles, y de la devolución inmediata o del canje equitativo de esas Preferentes, que no tienen rentabilidad alguna ni mercado donde venderse y liquidarse, depende que una parte de lo que en conjunto se les quita a los ciudadanos, el dinero empleado en la nacionalización de Bankia, se les devuelva.

El señor Goirigolzarri debería saber, seguro que sabe, que su tiempo ya no es, no puede serlo, el de los butroneros que no tenían necesidad, por hallarse dentro, de maza de hierro ni de lanza térmica.

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