Fernando Jauregui – La semana política que empieza – Ha llegado la hora de las explicaciones.


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Aunque la oposición socialista tuviese una reacción apresurada señalando que el «rescate» (palabra oficialmente prohibida, por lo demás) es una mala noticia, la cosa no parece ser exactamente así. Los cien mil millones que las instancias europeas prestarán a la banca española (en realidad es al Estado español, pero técnicamente ese dinero irá a parar al FROB, que lo repartirá, según mecanismos incógnitos, a los bancos) no llevan aparejados, parece, condiciones incumplibles. No es una humillación, según las primeras impresiones, para el Gobierno de Mariano Rajoy, pero lo cierto es que Rajoy tendrá que comparecer, si posible fuese esta misma semana y ante el Parlamento, para dar muchas explicaciones: qué significa este préstamo acordado por el Eurogrupo, cómo se devolverá y quién lo hará, para qué servirá y qué garantías se pedirán a los bancos acerca de su correcta utilización.

Y debe ser Rajoy, y no otro, como ya lo hizo Luis de Guindos, quien salga a hablar al país. Parece verdaderamente inconcebible el silencio generalizado cuando el país entero asiste, con el corazón en la boca, al espectáculo del atornillamiento, acoso y casi derribo al que se ha sometido, hasta ahora, a España.

Mariano Rajoy y su equipo han recibido una bocanada de aire fresco con esta eurodecisión, y se supone que ello le afianzará, algo al menos, ante la ciudadanía, por más que no falte quien diga que este «rescate» tácito le invalida para seguir en el poder. Todo lo contrario: parece que ahora se trataría de fortalecer, entre todos, hayamos votado lo que hayamos votado, a un Gobierno que, a trancas y barrancas, con todas las contradicciones del mundo, ha venido haciendo lo que ha podido, con tesón pero no siempre con pleno acierto, estimo. Ocurre, no obstante, que, con aciertos o errores, ya ni siquiera es esta la cuestión: es el momento de mirar resueltamente al futuro, no a las hemerotecas.

Pero también es cierto que ahora es el momento en el que, contradiciendo su vocación y su teórica misión, la oposición debe apoyar la permanencia del Gobierno. No es momento para debilitar a un Ejecutivo que es, en realidad, casi lo único que tenemos, dada la inestabilidad institucional en la que se encuentra inmerso el país. Ni tampoco es esta la mejor ocasión para criticar un «rescate» que necesitamos y que no parece que vaya a traer aparejado -ojalá no me equivoque_ ningún condicionamiento imposible de cumplir.

Claro que nada volverá a ser lo que era, y nos equivocaríamos todos pensando que el mal trago ha pasado porque las instancias europeas han tirado de chequera. La austeridad, las cuentas claras y, sobre todo, la rendición de estas cuentas a los ciudadanos tienen que ser la tónica de ahora en adelante. Eso, y el cambio de mentalidades políticas, nada menos. Esperamos, pues, las palabras del presidente del Gobierno. Y de los demás que dicen representarnos. Es hora de que nos hablen claro.

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