MADRID, 11 (OTR/PRESS)
Pensábamos que el camuflaje semántico era exclusivo de aquel optimista antropológico que reinó en Moncloa entre 2004 y 2011. Falso. En los seis meses del Gobierno Rajoy se han batido todos los récords de Zapatero. Estos días se roza el virtuosismo. Y todo a causa del rescate bancario decidido por los jerarcas de la Eurozona. De rescate, nada, dice el Gobierno en su batalla nominalista contra terceros y contra sí mismo.
Si te estás hundiendo y te echan un salvavidas lo suyo es que te aferres a él para salir del agua. Eso es un rescate lo mires por donde lo mires. Te rescataron de morir ahogado y luego toca agradecer el benemérito gesto de quien acudió en tu ayuda. Claro que es una buena noticia. ¿Cómo no va a ser buena noticia el hecho de salvarse de morir ahogado en las procelosas aguas de la crisis económica?
Absurdo debate, falso debate, alimentado por Moncloa, sobre la palabra más adecuada para referirse a la ayuda europea que pretende salvar a la banca española de morir ahogada. ¿Es bueno o malo? Qué tontería. Es malo meterse en el agua sin saber nadar. Es bueno que te echen el salvavidas. Es malo malísimo contraer un cáncer de pulmón por culpa del tabaco, pero es bueno buenísimo que te curen. Es malo malísimo que un enfermo del corazón esté al borde de la muerte, pero es bueno buenísimo que lo salven con un trasplante.
Al líder del PSOE, Pérez Rubalcaba, le ha faltado tiempo este fin de semana para calificar de «mala noticia» el rescate financiero de España. Pues no tiene razón. La noticia es excelente para España y para los españoles. A pesar de que el Gobierno la consideraba mala hasta cinco minutos antes de que se produjera. Había que escuchar a Rajoy, Guindos, Montoro negando que España necesitara ese rescate y negando con descarada firmeza que el Gobierno tuviera la menor intención de pedirlo. Uno de sus diputados, Beneyto, fue políticamente laminado por decir que eso no tenía nada de malo.
Ahora el propio Rajoy ya dice que el rescate -sin utilizar esa palabra, claro- era bueno buenísimo. Hasta el punto de que no sólo ni hizo falta que la Unión Europea y Estados Unidos le presionaran para que lo solicitara sino que presionó él para que se lo dieran. O sea, que el Gobierno no decía la verdad cuando, hasta cuarenta y ocho horas, negaba el rescate como si fuera pactar con el diableo.
Todo envuelto, como digo, en absurdas cuestiones semánticas que carecen de contenido. Lo objetivo es que se trata de una línea de crédito de 100.000 millones de euros que la Unión Europea y el Banco Central Europeo ponen a disposición del Gobierno (el FROB es en realidad un consorcio oficial formado por el Ministerio de Economía el Banco de España) para sanear la parte averiada de la Banca con arreglo a unas condiciones que conoceremos cuando se firme el consabido protocolo entre la UE, el BCE y el Gobierno de España. De momento, las constantes vitales (Bolsa y prima de riesgo) ya lo han celebrado.