MADRID, 13 (OTR/PRESS)
Mariano Rajoy tiene alergia. Es una alergia muy común en los presidentes cuando tienen problemas. Los síntomas de la alergia son siempre los mismos: esquivar dar explicaciones en público, procurar que sean otros los que se coman «el marrón» de tener que dar malas noticias o justificarlas. Y, por supuesto, la alergia se agrava en cuanto se les sugiere que al menos hablen con los medios de comunicación.
En algunos presidentes esa alergia va aflorando según avanza el tiempo de su mandato, en otros el sarpullido es inmediato como en el caso de Rajoy. Pero lo cierto es que, pese a sus reticencias, al final no ha tenido más remedio que desde su escaño en el Congreso responder a una pregunta del «jefe de filas» del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y más tarde hablar con los periodistas en los «pasillos» del Congreso.
El líder socialista viene dando una de cal y otra de arena, y así por una parte no termina de criticar el «rescate» pero sí quiere que el presidente al menos admita que ese «rescate» tiene consecuencias y que el coste va a salir del bolsillo de los ciudadanos.
Rajoy, por su parte, se defiende asegurando que España no tiene cien mil millones de euros para salvar el sistema bancario y que por tanto el acuerdo alcanzado en Bruselas es el mejor posible. O sea, ambos políticos no se mueven ni un milímetro de sus posiciones, pero bien es verdad que en la sesión de control del Gobierno el tiempo no da para más.
Desde luego, resulta sorprendente que el presidente no tenga previsto acudir al Parlamento hasta mediados de julio para informar en vivo y en directo sobre todos los pormenores del rescate a nuestro sistema financiero. Es decir, el presidente tiene que contarnos la letra pequeña del acuerdo que es la que viene soslayando hasta el momento. La excusa oficial es que primero se tiene que celebrar el Consejo Europeo y, una vez celebrado, nuestro presidente nos informará.
Como el PSOE no está dispuesto a que el Gobierno se le vaya vivo en este asunto del rescate, casi todas las preguntas de la sesión de control del miércoles estuvieron dedicadas a lo mismo. Así, también vimos a la portavoz socialista, Soraya Rodríguez, en su duelo semanal con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría reclamar una comisión parlamentaria que controle y haga un seguimiento del «rescate» y que de paso ahonde en qué le ha pasado a nuestro sistema financiero. Y la vicepresidenta, que todas las semanas gana por la mano a la portavoz socialista, le dijo que vale, que las explicaciones en la subcomisión del Frob que es a puerta cerrada.
En cuanto a la celebración del Debate sobre el estado de la Nación, los populares aseguran que «aún es pronto» para juzgar la labor del Gobierno puesto que solo llevan seis meses de rodaje. Y se han quedado tan tranquilos.
Verán, yo creo que en un momento tan difícil como el que estamos viviendo, cuando el futuro aparece emborronado, es más necesario que nunca que el presidente nos explique a los ciudadanos por qué está pasando lo que está pasando, y sobre todo qué piensa hacer. Y es que el presidente Rajoy no deja de decir «sé lo que hay que hacer» pero el caso es que no nos lo explica a los demás.
Naturalmente que es comprensible que el presidente esté inmerso en la resolución de la crisis, que no quiera distraerse con nada que no sea buscar soluciones, pero en un régimen democrático no me canso de repetirlo artículo tras artículo, es imprescindible dar explicaciones.
La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría suele hacer de cortafuegos al presidente, lo mismo que los ministros Luis de Guindos y Cristóbal Montoro y está bien que sea así, los presidentes no pueden estar todo el día en primera línea, pero entre «salir» todos los días y escaquearse para no salir hay una amplia gama de matices. En mi opinión, el presidente está decepcionando incluso a sus votantes por su falta de liderazgo en un momento difícil como es este.
Mariano Rajoy nunca ha tenido tirón de líder, pero podía paliar esa carencia con la imagen de político solvente y serio que sabe lo que hay que hacer. Ahora, esa imagen se está deshaciendo como azúcar en el café.
