Victoria Lafora – Ambages, eufemismos y circunloquios.


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

¿Se acuerdan de cuantas variopintas maneras describió Zapatero a la crisis que no era crisis? Pues la historia se repite. Ahora es a Rajoy a quien se le ha atragantado el término «rescate» y lleva, desde el domingo, utilizando toda clase de eufemismos, ambages y circunloquios cuando no de inexactitudes, para describir el préstamo de la UE a los bancos. Llegó a describirlo como «lo de ayer» que ya es estirar el lenguaje.

La sesión de control de este miércoles ha sido como un regreso al pasado. Cambiando los términos era como si el reloj se hubiera parado en 2008 cuando el monstruo de la crisis asomaba por el horizonte, el PSOE decía que no existía y el PP lo anunciaba con clarines.

El problema de los ambages y de los eufemismos, aparte de un vano intento de convencer a la ciudadanía de que aquí no pasa nada, es que de tanto utilizarlos los gobernantes de turno llegan a convencerse de que ni hay crisis, ni hay rescate, ni nada que se le parezca. Y no aceptar la realidad lleva a no solucionar los problemas. Así nos va.

Una vez más, y van tantas que aburren, el hemiciclo del Congreso de los Diputados vivió este miércoles el espectáculo de reproches cruzados entre Gobierno y oposición sin que ninguno propusiera una sola idea para salir del atolladero que tiene acongojado al país.

Rajoy le dijo al PSOE que «vamos con tres años de retraso», «se ha demostrado que no tenemos el mejor sistema financiero del mundo y ahora nos va a ayudar la UE». Reproche lógico y cierto. Pero ¿no es verdad que las Cajas de Ahorro que están al borde del colapso son básicamente aquellas que dependían de gobiernos del Partido Popular, como Caja Madrid, Bancaja, Novacaixagalicia?

Por tanto, es cierto que vamos con tres años de retraso, pero también es cierto que Rajoy, como dirigente del PP, debería haber sido informado por sus compañeros de siglas, Esperanza Aguirre, Francisco Camps y Núñez Feijoó, de que «sus cajas», dirigidas por hombres de su confianza, habían apostado en exceso por el ladrillo y que los impagados iban a llevarles a la ruina.

De Guindos llegó a decir que el Gobierno ha obligado a las entidades que reconozcan la realidad y así sean mucho más solventes que en el pasado. Nadie le preguntó por qué los responsables autonómicos del PP no habían emprendido tan loable tarea hace cuatro años.

Mientras tanto, los españoles van a seguir sin saber, por lo menos hasta julio, si el rescate que no es rescate les va a costar más recortes que son ajustes, más impuestos que son cambios de ponderación o más sacrificios, eso sí, transitorios. Lo que sin duda es inexorable es que alguien va a tener que pagar el incremento del déficit que suponen los intereses del préstamo a los bancos mal gestionados.

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