MADRID, 15 (OTR/PRESS)
Primero fue Mafo (Miguel Angel Fernández Ordóñez) el blanco señalado para desviar la atención de lo ocurrido en las cajas de ahorro (singularmente Bankia) presididas por exdirigentes del PP (Rato, Olivas), y ahora el objetivo es Joaquín Almunia, el comisario europeo de la Competencia. Al primero se le acusaba de no haber alertado acerca del agujero y los pufos de las entidades bancarias intervenidas. Como si los responsables políticos de los partidos, con consejeros afines en todas las cajas, no estuvieran al cabo de la calle de los tejemanejes y dislates crediticios perpetrados a requerimiento, precisamente, suyo. De los políticos que querían asegurarse clientela construyendo aeropuertos sin pasajeros (Ciudad Real, Castellón, Huesca, etc), mega proyectos culturales (Galicia, Madrid), tramos de AVE deficitarios (Toledo) o complejos de ocio o negocio arruinados (Valencia, Andalucía). Claro que los políticos sabían del cáncer financiero que padecían las cajas de ahorros. ¡Cómo no lo iban a saber si ellos mismos, empotrados como estaban en la dirección o en los Consejos de Administración -al igual que los sindicatos- eran quienes impulsaban semejantes dislates!
Es verdad que el Gobernador del Banco de España sesteó o prefirió ponerse de perfil incumpliendo el mandato que le obligaba a ser el guardián que debería haber impedido la hinchazón de los créditos concedidos sin avales ni medida. Su responsabilidad es grande. Es el policía que llega tarde al banco que acaba de ser atracado… pero no el atracador. Esa responsabilidad corresponde a otros. Desaparecido Mafo del primer plano, ahora se anuncia la apertura de la temporada de caza con Almunia como blanco a batir. ¿Su pecado? Actuar como comisario «europeo», no como «funcionario español» en la Comisión Europea y, en consecuencia, representar a «todos los ciudadanos europeos», no solo a los españoles. Por eso ha dicho que habrá que analizar las condiciones del préstamo de 100.000 millones destinados al rescate de la banca española. Es el comisario de la Competencia y su mandato le obliga a vigilar para que, en el ámbito de la UE, las empresas, sea cual sea su naturaleza, operen en igualdad de condiciones. También ha dicho que aquellas cajas que no sean viables habrá que cerrarlas. Lo mismo que opina, por cierto, Francisco González, presidente del BBVA. En qué momento se lo ocurrió decir lo que es de sentido común. Pese a eso, hay quien pide la dimisión de Almunia porque le considera un «traidor». Como suena. Tal es el grado de ofuscación al que conduce el sectarismo político que, por desgracia, tanto daño hace a España.