Fermín Bocos – Fallan los pronósticos.


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Veintitantos siglos después seguimos en el estado en el que Sócrates dejó la cuestión: solo sabemos que no sabemos nada. Hablo, claro está, del estado de las cosas relacionadas con la economía. Cada economista, un pronóstico; cada pronóstico: una ocasión fallida. La semana pasada, los expertos, los analistas financieros y el resto de miembros de esta ilustre cofradía que se caracteriza por ofrecer rotundos diagnósticos sobre el por qué sube la prima de riesgo que va camino de estrangular al Reino de España nos decían que todo se debía a la incertidumbre política que aparejaba la vigilia electoral en Grecia. A los políticos (Luis de Guindos, Montoro) agobiados por la angustiosa situación de nuestras finanzas, les faltó tiempo para hacer suyo el diagnóstico.

Los mercados -decían- reflejan las dudas de Bruselas y Berlín acerca del porvenir del euro caso de que los griegos opten por dar la mayoría a la nueva izquierda (Syriza) que lidera el joven Alexis Tsipras, el político revelación en el panorama helénico. Tsipras había dicho que no quería sacar a Grecia del euro y lo que proponía era renegociar las condiciones, los plazos y los ritmos para que Grecia pudiera hacer frente a su abultada deuda. En Atenas se hablaba, incluso, de la «vía española». El Financial Times y el «Spiegel» pronosticaban que si ganaba Syriza, sería el principio del fin del euro. Para ellos -y para buena parte de la prensa española-, la única salida posible vendría de la mano de la victoria de Nea Demokratia (Samaras) en perspectiva de coalición con los socialistas del PASOK (Venizelos), los partidos, por cierto, que gobernaban en Atenas cuando Grecia falsificó los datos para entrar en el euro. Pues bien, el domingo ganó el partido de la derecha que va a formar gobierno de coalición con los socialistas y… ¿qué ha pasado con la prima de riesgo que aprieta algo más que el zapato del Reino de España a la hora de buscar financiación en los mercados internacionales? Pues que el lunes se disparó hasta los 575 puntos, un triste récord, hablando en términos históricos.

No es hora de ensañarse con nadie, pero convendría que no nos vendieran más análisis bajo la etiqueta de «expertos». Hablando de lo que hablamos, convendría ser humildes -incluyo a los periodistas- y reconocer que del por qué del comportamiento de los mercados, la verdad es que sabemos poco. O nada.

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