Rafael Martínez-Simancas – Sin Etiqueta – Curro Jiménez vuelve.


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Nada es casual, por un lado la «renovada» TVE emitirá este verano la serie «Curro Jiménez» y por otro el ministro del Interior reduce la velocidad en las carreteras secundarias a 90 kilómetros por hora. Si volvemos la vista atrás recordaremos todo lo que el PP dijo de Rubalcaba cuando anunció la rebaja temporal de 120 a 110 en las autovías, y el debate no exento de comicidad en el que se hicieron coñas con las pegatinas y con el quita y pon de las señales. O cuando Aznar se preguntaba quién le había pedido permiso para conducir por él.

Síntoma de la crisis es que cuando se habla de carreteras es para recaudar impuestos no para arreglar sus baches. Es verdad que en las vías secundarias se acumulan los accidentes entre otras cosas porque no todo el mundo vive a pie de autovía, pero detrás de la limitación a 90 km/h puede agazaparse una campaña de recaudación a través de radares y aquí aparece «Curro Jiménez» en versión posmoderna. En los tiempos de El Pernales para detener a una diligencia y desplumar a sus pasajeros los bandidos tenían que galopar hasta conseguir ponerse a la altura del cochero, solo de esa manera conseguían detener el carruaje. En nuestros días no hay caballos que galopen tan rápido como un coche, por lo tanto se colocan cabinas de peaje o radares que cumplen su función recaudatoria sin necesidad de que los nietos de Curro espoleen a sus monturas hasta hacerlas desfallecer. Para sacar cuartos no hace falta jugarse la patilla.

Por otra parte, siempre se ha dicho que lo que da votos es inaugurar una carretera, no reparar sus baches. La crisis la pagamos los conductores con la gasolina y la sufrimos en las carreteras que no pasan por su mejor época de mantenimiento. Hay socavones históricos, algunos tienen vocación de permanencia: en lugar de repararlos los anuncian con una señal de peligro.

En este momento de la crisis el conductor ha tenido la suerte de ser elegido objeto de deseo, y se va a tener que hacer cargo de cuantos peajes y sanciones le lleguen porque para eso le han visto cara de rico. Lo recomendable es salir de casa con una bolsa llena de maravedíes por si nos asaltan en un peaje inesperado. Vuelven los tiempos del viajero romántico, la época que relataba Washington Irving, la Sierra Morena del trabuco que también representaron Curro, el Algarrobo y el Estudiante.

Eso sí, hasta para atracar hay que tener labia y gallardía, hacerlo a través de un poste que cobra a una tarjeta de plástico no es de caballeros. Al menos hay que respetar las leyes no escritas de la serranía que permitían el asalto pero besando la mano de las señoras y quitándose el sombrero antes de partir con el botín recaudado.

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