MADRID, 21 (OTR/PRESS)
Cuando un tribunal dicta sentencia no cabe más que su acatamiento. Máxime si se trata del Tribunal Constitucional cuyos fallos no son recurribles. El obligado acatamiento no acalla las opiniones legítimas que el fallo sugiera. En el caso de la legalización de SORTU, estaba cantado que el fallo iba a ser el que ha sido, aunque para tratarse de un derecho, el resultado ha sumado las voluntades mínimas imprescindibles. Pero ahí está la sentencia.
Desde ya mismo SORTU es un partido tan legal como el PSOE o el PP y, por lo tanto , le asisten los mismos derechos pero más allá de la legalidad, SORTU tiene pendiente la asignatura de la decencia democrática. Con esta sentencia, muchos han cerrado una página para abrir el libro del «nuevo tiempo», sin que esta posición vaya acompañada de reflexión alguna.
A mí se me ocurren algunas. ¿Sería asumible por los ciudadanos que un partido legal como los ya citados no condenara, por ejemplo, a los defraudadores fiscales, a un grupo de violadores o a un grupo de traficantes? ¿Nos parecería normal? Evidentemente, no. Nos produciría escándalo y rechazo. Siguiendo este argumento tan obvio y tan simple ¿podemos dar por bueno que SORTU sea legal y a día de hoy siga sin condenar en vivo y en directo a ETA y sus crímenes? ¿Se merecen la misma consideración social los partidos que han puesto víctimas que los que han callado, cuando no justificado sin mover una ceja tanto asesinato? Cuando la acción política queda desprovista de cualquier reflexión moral se cae en un pragmatismo que llega a asustar. SORTU es legal, pero no decente.
Hay que señalar también que SORTU no es Amaiur ni Bildu. No, SORTU son los «pata negra» de la izquierda abertzale. No es una coalición como Bildu en donde hay partidos como EA que siempre han condenado la violencia. SORTU es la izquierda abertzale pura y dura, sin añadidos ni subterfugios y con el tiempo se verá con toda claridad.
Ayer comparecieron en rueda de prensa y nuevamente perdieron la oportunidad, una vez legalizados, de recorrer el camino que el lehendakari les ha sugerido que recorran: condenar a ETA y pedir su disolución. No lo han hecho ni lo van a hacer, y ya es tarde para que tanto el PSE como el PNV, que con tanta insistencia han defendido su legalización, se pongan exquisitos. Esas exigencias antes. Primero condena expresa y luego legalización, pero los tiempos se han invertido y ahora SORTU, con la ley en la mano, es un partido tan legal como los demás pero para muchos carente de la decencia exigible en democracia.