Esther Esteban – Más que palabras – Transparencia en el CGPJ y más…


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

Carlos Dívar se ha ido con deshonor, por no haber querido hacer publicas sus facturas y aclarar si esos 28.000 euros de su desdicha se habían utilizado para asuntos privados. Se ha ido, insistiendo en su inocencia y lamentado el mal que haya podido hacer a la institución que presidía. Se ha ido, pero el caso ni debe ni puede darse por cerrado. Los vocales del CGPJ, especialmente los que han provocado su marcha, han apelado constantemente al criterio de transparencia por lo que a las cuentas se refiere y, ahora, todos los integrantes del máximo órgano de los jueces deberían practicar lo que predican.. Lo lógico y también lo exigible es que todos hagan publicas sus facturas para así dejar claro su idoneidad para ocupar el cargo porque si no era preciso -porque así lo establecían sus normas internas- justificar como se gastaba el dinero, no lo era para nadie, no solo para él.

Según cuentan, el pleno del adiós fue un acto gélido y breve. El insistió en que no ha cometido ninguna irregularidad, que no tiene conciencia de haber actuado contra la norma y atribuyó la pérdida de confianza de sus compañeros a una cruel campaña contra su persona de algunos de los miembros del consejo, a quienes, según dijo, no guarda rencor. Pidió excusas y expreso su dolor por el daño que ha podido causar a la imagen del máximo órgano de los Jueces. Así pone punto final a una etapa gris en la que apenas se han dado explicaciones por su parte, desde que fue nombrado a instancias de José Luis Rodríguez Zapatero con el beneplácito de entonces líder de la oposición Mariano Rajoy. Pero su dimisión no es ni mucho menos el punto final. Todos los vocales, todos han viajado y gastado dinero público, pero se desconoce por completo si lo han hecho con un estricto criterio ético porque todo era opaco, tan opaco para ellos como para Dívar, y, por lo tanto, la vara de medir no debe ser distinta para nadie.

Nadie tenía por qué justificar nada, pero ahora sí deben hacerlo. Si Dívar ha pagado con su dimisión su intolerable falta de transparencia, ahora toca el turno de todos los demás que, para dejar a salvo su honor y su prestigio, deberán entregar con estricto rigor todas las facturas de sus viajes, explicar por qué se hicieron, con quienes se vieron y justificar los gastos públicos y privados con el mayor número de detalle posible. Se dirá que por un caso no se puede poner a todos bajo sospecha y es cierto , pero si el ya expresidente del CGPJ y el Tribunal Supremo no ha cometido ningún tipo de delito, si no ha habido malversación u otra falta penal y de lo que se trata es una cuestión de ética, la misma debe exigirse para todos.

Transparencia sí, pero para todos por igual si no se quiere hacer un ejercicio de incoherencia.

Carlos Dívar ha hecho bien en marcharse, incluso lo tenía que haber hecho antes para evitar el espectáculo bochornoso al que hemos asistido, pero solo llegando hasta el fondo de asunto por completo se puede descartar por completo que lo que este caso esconde, también, es una vendetta de carácter interno, por una cuestión de poder. El dinero público es sagrado y aunque se ha gastado en todas las instituciones como si no fuera de nadie y en este País se ha derrochado a espuertas ha llegado el momento de decir !Basta ya!.

Tan impresentable es lo del representante de los jueces como lo del Sindic de Greuges Rafael Ribó que ha hecho 50 viajes, por todo el mundo en dos años, a destinos paradisíacos y cuando se le han pedido explicaciones y que presente las cuentas, ha enarbolado el socorrido discurso de fobia anticatalana, señalando que las críticas por tal despilfarro solo buscan atacar a las instituciones de Cataluña. ¡No señor Ribó, no!. No es anticatalanismo sino despilfarro, por mucho que usted de envuelva en la señera.

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