Fernando Jáuregui – No te va a gustar – Y ¿por qué no se hacen reformas de verdad?


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

Millones de europeos miran aprensivamente a la «cumbre» que los responsables de la UE van a celebrar dentro ya de pocas horas. ¿Qué decidirán? Los españoles contemplamos el incierto panorama con aún mayor inquietud, desde que los grandes «gurus» de la economía, desde los grandes periódicos occidentales hasta el Nóbel Paul Kruger, han dictaminado que el futuro de Europa se juega en España. Así, parece que somos el problema, pero, por la misma razón, podríamos también ser la solución. ¿Por qué no?

La verdad es que me parece injusto colocar la nómina de las responsabilidades exclusivamente sobre España. Demasiado fácil. La Unión Europea necesita, desde hace muchos años, una mano de pintura que puede que ya sea una rehabilitación en toda regla del edificio completo. La ampliación ha sido un auténtico fracaso, y nadie en su sano juicio podría pretender que veintisiete países de tan distinto pelaje, de tan variadas economías, de tan diversos grados de corrupción o desarrollo administrativo, por poner solamente algunos aspectos, marchan al unísono.

Ahora se habla, al fin, de la necesaria armonización fiscal y bancaria. Pero se olvida, o se quiere olvidar, algo mucho más importante: la armonización política. Europa es un enano político y ya ni siquiera es un gigante económico, sometido como está a una mal explicada crisis del euro. En este marco, la única salida es volver a ilusionar a los habitantes del Viejo Continente en torno a un renovado proyecto de Unión Europea, desechando cualquier idea de que estamos ante un IV Reich de carácter obviamente más blando que sus predecesores, pero ante un dominio alemán en todo caso. Y hay que destacar, en su honor, que el propio y durísimo ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, un hombre clave en mucho de lo bueno y de lo malo que pueda ocurrir, ha propuesto que las máximas instancias europeas se elijan por los ciudadanos. Es decir, nada de futuros van rompuys o duraos barroso elegidos «a dedo» por el sanedrín de los que mandan de verdad en Europa.

Pienso que para sentar, como quieren los ministros de Economía y Finanzas, las bases de la «segunda fase del euro» no han de ser, paradójicamente, los encargados de la economía quienes nos marquen el porvenir. La Europa que soñaron los padres fundadores no era solamente, ni siquiera principalmente, mercantil, sino democrática y con alta sensibilidad política. Puede que en el Consejo Europeo del jueves y viernes se hable bastante de ayuda a los bancos, de fortalecer la moneda común y de la necesidad de «debilitar» los presupuestos nacionales, que podrían ser «intervenidos» desde Bruselas. Pero se hablará poco de esa Europa política que tanto necesitamos los europeos. Quizá sea porque incluso la palabra «política», tan noble, ha caído ya definitivamente en desgracia. Qué desgracia.

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