Cayetano González – Con la lengua fuera.


MADRID, 28 (OTR/PRESS)

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, llega a la cumbre de la Unión Europea que se celebra este fin de semana en Bruselas en una situación límite. No la suya personal, que también, sino la de un país llamado España que se encuentra, ya no se sabe muy bien, si al borde del precipicio o un poco mas allá, con lo que eso significa. En cualquier caso, no parece muy real confiar en que la solución a todos nuestros males pase por una reunión de los integrantes del club europeo, porque existen ya muchos precedentes de desengaños al respecto.

Mientras tanto, el sufrido ciudadano de a pié, que no tiene por qué estar en los secretos de lo que se cuece en las reuniones entre Merkel y Hollande, lo que percibe es que el Gobierno de Rajoy, a la hora de recaudar más, lo mejor y casi único que sabe hacer es castigar el bolsillo del contribuyente. A la semana de llegar a la Moncloa, subió el IRPF después de jurar y perjurar en la campaña electoral que no se haría. Ahora, ya se está preparando a la opinión pública para una subida del IVA, al menos en los productos básicos por los que se cobraba un impuesto más bajo. Dentro de unas horas entrará en vigor el pago de un euro por cada receta médica. Se nos anuncia que en julio subirá el recibo de la luz en torno a un 5 por ciento. ¿Qué más nos espera?

Por contra, lo que ese sufrido ciudadano no ve es el mismo empeño en los actuales gobernantes por reducir de forma drástica el gasto público. Se han hecho cosas, sería de necios negarlo, pero ni mucho menos lo suficiente y, sobre todo, Rajoy y su Gobierno no se han atrevido todavía a tocar lo fundamental que es el disparatado coste que supone tener un sistema institucional compuesto por ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y Gobierno de la Nación. Sobran políticos, sobran cargos públicos, sobran asesores, sobran instituciones en las que además hay duplicidad de competencias. Mientras que no se entre a fondo en esa cuestión, este Gobierno o cualquier otro carecerá de fuerza moral para pedir un mayor sacrificio a los ciudadanos.

Además, Rajoy acabará teniendo que hacer esa reforma administrativa o institucional porque se la impondrán desde fuera. Entonces, ¿por qué no la hace él? Pues porque el actual presidente del Gobierno forma parte de esa «casta» política que se retroalimenta a si misma desde hace mucho tiempo. Pero ¡ojo! con la desafección que ya se nota en muchos ciudadanos hacia esa «casta política» y que en próximas citas electorales podría castigar severamente a los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE, y favorecer a otros o incluso propiciar el nacimiento de partidos más a la derecha y más a la izquierda. El caso de Grecia está ahí, a la vista de todos. Pero hay algunos para los que es más cómodo no querer verlo.

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