MADRID, 28 (OTR/PRESS)
¿Fue Juan Antonio Ramírez de Lucas, el último amor de Federico García Lorca? Según la exhaustiva investigación llevada a cabo por el escritor Manuel Francisco Reina, así es. La historia, magníficamente novelada, ha puesto un foco de luz, en una etapa del poeta granadino que quedó oscurecida por su asesinato, y de la que poco se sabía pese a que fueron muchos los amigos del escritor que tuvieron ocasión de conocer y tratar a un hombre que vivió con la pesada carga del silencio, de su silencio, del dolor de la culpa y el miedo a que los mismos que acabaron con la vida de Federico quisieran cobrarse una nueva víctima.
«Los amores oscuros», titulo de la novela, te atrapa de principio a final. No solo porque nos descubre aspectos inéditos de la vida del poeta, sino por la sensibilidad con la que Manuel Francisco aborda los aspectos más íntimos de una relación que quedó truncada por el fanatismo de quienes no le perdonaron a Lorca su brillantez, su inteligencia, su libertad a la hora reivindicar su ideología de hombre comprometido con la izquierda y su condición de homosexual, de la que no hizo bandera pero que tampoco ocultó como bien puede comprobarse en sus últimos versos, algunos de los cuales dedicó a Ramírez de Lucas, en una época en que la llama del fanatismo político y religioso ya había prendido en buena parte del mundo, también en nuestro país, donde se cobró cientos, miles de vidas inocentes.
Es fácil imaginar las razones que impidieron a Ramírez de Lucas contar lo vivido, ocultar tantas horas de dicha y felicidad como vivió con el poeta, hasta que sabiendo que su final estaba cerca, decide contárselo todo a una desconocida, la persona que estuvo a su lado en el último tramo de su vida, autorizándola a hacerla pública pese al enfado de una parte de su familia, que nunca aceptó su relación con Lorca.
Un acto de generosidad que honra a Juan Antonio y nos permite conocer una historia de la que fue protagonista, junto a uno de los poetas más brillantes de habla hispana, a quien la muerte, la insidia, la maledicencia no lograron sepultar, estando hoy más presente que nunca en nuestra memoria, y en la memoria de tantos y tantos admiradores como tiene.
Sin olvidarnos de algunos detractores, que aún hoy, siguen sin perdonarle que fuera el icono de la libertad, en un país que si bien es cierto que ha derribado muchas barreras, le quedan otras muchas por derribar. Prueba de ello es la actitud intransigente y violenta de un grupo de jóvenes que esta misma semana intentaron boicotear el acto de presentación del libro de Manuel Francisco Reina en Jerez, con insultos que más bien parecían de otra época.