Cayetano González – Sin libertad.


MADRID, 12 (OTR/PRESS)

Durante la intervención que el presidente del Gobierno tuvo el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados, donde anunció el paquete de recortes y de ajustes más duro de nuestra historia reciente, hubo una confesión del propio Rajoy que explica por sí sola el momento que estamos viviendo. «Los españoles -dijo- no podemos elegir si hacer o no sacrificios. No tenemos esa libertad. Hacemos cosas que no nos gustan, yo el primero, pero no hay más remedio». Es decir, un reconocimiento explícito de la pérdida de soberanía por parte de España. Es Bruselas quien manda, que para eso es la que nos va a prestar el dinero.

Dijo el portavoz del PNV, Josu Erkoreka -al que dicho sea de paso la situación de crisis económica de España le importa un comino porque sus miras como nacionalista son mucho mas estrechas-, que «hoy es el principio del fin de Rajoy, ya tiene su 12 de mayo», en clara referencia al día -12 de mayo de 2010- en el que el entonces presidente Zapatero tuvo que anunciar en el Congreso una serie de medidas de ajuste que contravenían todo lo que había estado haciendo hasta la fecha. Efectivamente, aquel día empezó el declive electoral de Zapatero y del PSOE que tuvo su punto final el pasado 20 de noviembre, cuando con Rubalcaba como candidato, no solo perdieron las elecciones, sino que obtuvieron el peor resultado desde la transición democrática.

A estas alturas del partido, Rajoy sabe perfectamente que no está en la Moncloa para perpetuarse en el poder, sino más bien para inmolarse en el. Seguramente la situación que preveía antes de ganar las elecciones no era tan grave como la que se ha encontrado, pero eso habría que achacarlo a la herencia recibida y, sobre todo, a esos dos puntos y medio mas de déficit público, del 6 al 8,5 por ciento, que le dejó el anterior Gobierno. Pero como el lamento suele ser estéril, Rajoy se ha visto obligado, en los escasos siete meses que lleva en el poder, a tomar una serie de medidas muy duras, muy impopulares, que lógicamente, encrespan al ciudadano medio que considera que está siendo esquilmado.

Parte de ese enfado ciudadano se debe a que no nota una correspondencia entre las medidas que afectan directamente a su bolsillo y las que podría tomar Rajoy para que afectaran también de una forma más contundente a lo que ha venido en denominarse «casta política». Mientras que el presidente del Gobierno no se atreva a reformular el actual entramado institucional -comunidades autónomas, diputaciones, ayuntamientos- y a reducir drásticamente el gasto en las mismas, no tendrá toda la credibilidad y fuerza moral necesaria para pedir el esfuerzo que ha planteado a los ciudadanos. Como le recordó Rosa Díez, gobernar es elegir, y, de momento, Rajoy ha hecho solo una elección parcial.

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