Carlos Carnicero – Además de injustos, incompetentes.


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

El truco de la herencia recibida ya no funciona. La indignación es transversal. No hay un solo sector de la población que no esté con el ánimo encendido. Bueno, excepto ese pequeño fragmento de la casta de los elegidos; son pocos, pero tienen mucho. Y afilan las calculadoras para tener más. Lo dijo Antoni Brufau, presidente de Repsol: «Hacienda tiene que estar contenta con los ejecutivos del IBEX porque cotizamos mucho». Sinceridad no le falta; desvergüenza, tampoco.

Cuando la clase media se rebela, la cosa no es fácil de gobernar. Con un gobierno derrotado, sin crédito, sin planes, sin apoyos.

Nada de lo que se ha hecho funciona. En siete meses de Gobierno se ha dicho una cosa y la contraria tantas veces que una promesa es la certeza de que se hará lo contrario. Los bomberos se enfrentan a la policía. La policía se vuelve materialmente de espaldas a sus mando se día que toman posesión de sus cargos. Falta una chispa para que estalle la pólvora.

No hay nadie, nadie, que esté dispuesto a dar la cara por el Gobierno. Al ministro de Hacienda no se le ocurre nada mejor que proclamar en sede parlamentaria que no tiene dinero para aspirinas. La Comunidad de Valencia, la de Camps, el orgullo del PP, tiene que pedir rescate sin esperar al cierre de los mercados. El desmoronamiento de todos los indicadores señala que el avión ha entrado en barrena. No responde ningún mando. España se estrella. Y con ella, probablemente el Euro. Nadie pide calma porque nadie tiene tanta capacidad de fingimiento.

Mariano Rajoy ha conseguido doblar la prima de riesgo en siete meses de Gobierno. ¿Cómo puede pretender que se le apoye si él no lo hizo con Zapatero cuando la situación no era ni la mitad de angustiosa de lo que es ahora?

No hay donde recortar más. La calle explotará en septiembre, al grito «de perdidos, al río».

Europa ha fracaso por la testarudez e incompetencia de Alemania y sus corifeos. Hay que dibujar una nueva salida, con euro o sin euro. Gobernar la economía para comprar tiempo a precios razonables.

Ya hemos perdido por lo menos una generación. La economía de guerra, aplicada a la clase media y a los más pobres, no ha hecho más que empeorar las cosas. Ya se habla de recesión en el 2014. Tal vez, también, en el 2015. Y quienes han roto el juguete se llevan el balón. La sociedad ya no aguanta más. Porque ha descubierto que estos listos son una panda de incompetentes. La rebelión es legítima y está garantizada.

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