Fernando Jáuregui – No te va a gustar – La lideresa.


MADRID, 31 (OTR/PRESS)

La sensación tras la «cumbre» de Mariano Rajoy con sus responsables autonómicos, al menos según ha sido transmitida a quien suscribe por dos asistentes, es que fue Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad de Madrid, la única que habló de soluciones drásticas. No lo dijo exactamente con estas palabras, pero su intervención claramente iba orientada a pedir una devolución de competencias al Gobierno central, porque, opinó, el sistema actual es, simplemente, insostenible. Así, aquella a la que llaman «la lideresa», cuyas intervenciones ya se sabe que a nadie dejan indiferente, encabezó una vez más el pelotón, yendo más lejos de lo que el resto se atrevía a plantear.

Las fuentes con las que he hablado afirman que no se llegó a hablar de reforma constitucional para modificar la marcha del Estado de las Autonomías, pero los cambios tajantes solicitados ardorosamente por la señora Aguirre dejaron en ánimos y conciencias atentos la sensación de que eso era exactamente lo que la presidenta madrileña está sugiriendo. Y, de hecho, no son pocos los allegados a Aguirre que ya hablan abiertamente de la necesidad «urgente» de introducir modificaciones de calado en el Título VIII de la Constitución, el referido a la regulación autonómica. La propia Soraya Sáenz de Santamaría presentó, hace algunos años, una propuesta de reforma constitucional en el sentido de recortar competencias a algunas comunidades y devolvérselas al Estado, por entender que el citado Título fue redactado para salir de una situación de centralismo tras cuarenta años de dictadura, pero que ya estaba desfasado más de dos décadas después.

Ha pasado aún más tiempo, se han aprobado incluso algunos estatutos autonómicos de dudosa legalidad constitucional y, sin embargo, las reformas de nuestra ley fundamental siguen, excepto la mínima producida el pasado mes de agosto, aguardando su turno. Pero son cada vez más necesarias, y el pacto político para abordarlas habría de producirse ya este verano, junto, pienso, con algunos reajustes en el elenco ministerial.

Ha sido, en todo caso y ocurra lo que ocurra, Esperanza Aguirre quien ha puesto el tema sobre el escenario. Como cuando dijo que habría que replantearse el Tribunal Constitucional, o recortar el número de parlamentarios autonómicos o celebrar la final de la copa del Rey con el campo cerrado al público, o… Claro que no puedo aplaudir todas estas ideas en bloque: algunas me parecieron, y me parecen, algo peregrinas, a lo más una improvisación brillante que acapara los debates en cenáculos y mentideros. Pero sí tengo que reconocer el valor de Aguirre a la hora de promover planteamientos novedosos que son, algunos de ellos, dignos de muy cuidadosa consideración.

Admito grandes discrepancias con la presidenta de la Comunidad en la que habito. Pero no podemos desconocer su enorme talla política, que la distancia de sus colegas. Aunque diga alguna demasía que otra, Esperanza Aguirre tiene luz propia en el retrato del conjunto. Tengo para mí que el destino ha de reservarle un papel importante, al menos como conciencia colectiva, ya para cuando, en septiembre, se celebre -al fin_ esa conferencia de presidentes autonómicos tras la cual nada debería, nada puede, quedar como está hasta ahora.

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