De veraneo – EL HORMIGUERO DE DRAGHI.


Me siento como una hormiga. No en el sentido del afán trabajador por un bien global y ciego, sino como una hormiga loca que da tumbos de un lado a otro, porque un niño dominguero travieso remueve el hormiguero con un palo, mientras contempla placentero el desorden de los desorientados miembros de la colonia que buscan desesperadamente su norte. Eso es lo que somos ahora. Pobres y pequeñas hormigas locas. Falta descubrir la identidad del perverso y ocioso niño malcriado que sigue hurgando en el hormiguero. Las hormigas creen que no han hecho bien las cosas y que la entropía puede deberse a algún agente meteorológico desconocido. Lógico. Las hormigas siempre utilizan la lógica; no son conspiranoicas. ¡Cómo van a imaginarse que alguien está deshaciendo su habitat!

Lo cierto es que ese niño cruel que ha puesto nuestras vidas patas arriba seguirá ahí torturándonos hasta que caigamos rendidos a sus pies; hasta que se cumpla el plan trazado, porque ¡no me dirán que no existe una planificación para cambiar la configuración del mundo! Quien siga creyendo que la situación actual es un efecto que tiene como causa el despilfarro de años anteriores en los países denominados pigs, es que desconoce por completo cómo se diseñan las políticas mundiales, en cuyo dibujo, por cierto, no participan los políticos de turno. Estos no son sino las marionetas que ejecutan la función, de algún modo, unas víctimas también, eso sí, víctimas con poder y cantidades exorbitantes de dinero que, hasta ahora, parecía caer del cielo cual maná, dinero barato que la banca extranjera inyectaba en nuestros bancos y cajas, que, aunque con vocación de usureros, habían vivido más del ahorro de los usuarios que de pelotazos de fusiones o de venta de productos de dudosa legalidad.

Es cierto que nos pusieron el cebo y picamos con todas las consecuencias – desde el grande al pequeño— sin imaginarnos siquiera los planes aviesos que se ocultaban. Los analistas ortodoxos –economistas o no— caen en explicaciones simplistas de andar por casa: “Como hemos gastado mucho y nos hemos endeudado…, el dinero que se pide hay que devolverlo…, como no somos solventes, por eso tenemos que pagar intereses tan altos…, no se fían de nosotros…”. Si quieren seguimos así, haciendo análisis de las sombras proyectadas en la pared, tomadas por realidad, y no sobre los proyectores. Y es que estas opiniones, de dos y dos son cuatro, no sirven para estos tiempos de incertidumbre en los que se gesta la última etapa de la implantación del Nuevo Orden Mundial (NOM), esa cosa tan rara, tan irracional y tan lejana, que ya está dejando de serlo.

En los últimos meses de la segunda legislatura socialista nos pusimos a punto de caramelo; ya estábamos lo suficientemente arruinados como para que se entrara a mordiscos en el pastel de España. Y tras las barbas peladas de Irlanda, Portugal y Grecia, y con una Italia en la cuerda floja, nosotros empezamos a poner las nuestras a remojar, sobre todo después de recibir Zapatero en agosto pasado la enigmática carta, entre legendaria y real, que fue el aldabonazo para el adelanto electoral. Lo ocurrido a partir de ahí, ya lo hemos sufrido y seguimos, pero lo peor aún esta por venir.

El Presidente del Gobierno dio cuenta hace dos días de la trayectoria de su gabinete en los siete meses que lleva gobernando. Todo era sabido y sólo nos preocupaba la respuesta a si España iba a pedir el rescate, como le están insistiendo desde Bruselas o incluso desde Cataluña. Y es que no hay quien entienda al señor Draghi esa especie de señor de los trucos, que dice un día una cosa y al día siguiente la contraria. Primero, que habría dinero para España, a condición de hacer reformas. Después, que no, que primero hay que acometer reformas estructurales más duras y después vendrá el dinero. Rajoy le ha lanzado la pelota al BCE –aunque con un tiro suave— y quiere que le expliquen, pero no dijo ni que sí, ni que no, lo cual quiere decir que sí, y eso supone tener de gobernantes a los príncipes europeos en el reino que no han podido conquistar por las armas en las diferentes guerras del pasado. De hecho, parece que sí estaría negociando en secreto con Alemania las condiciones del rescate, que dicho sea de paso, menudo chollo tiene con nuestra deuda. Ellos sí tomarán medidas en condiciones y no se andarán con paños calientes. Poca transparencia, en cualquier caso. Aunque al final es cumplir con la hoja de ruta, porque estamos con el agua al cuello y es la última batalla para la instauración del nuevo sistema totalitario global, sin soberanía nacional, tal como lo soñaba el barón Edmund Rotschild: “La estructura que debe desaparecer es la nación” declaraba a la revista Enterprise hace unas cuantas décadas. Opinión que coincide –¡oh casualidad!— con la idea que ya en 1928 difundía el Gran Convento de la Gran Logia Oriente de Francia: “La idea de patria, por lo menos tal como es comprendida actualmente, debe ser destruida en el espíritu de los niños. Debe ser modificada por completo”. Pueden estar contentos de su éxito. Ahora se nos llena la boca diciendo “Europa”, “más Europa”, mientras nuestros presidentes electos se quedan reducidos a alcalditos de pueblo.

Pero, ¿quiénes son Monti, Papademos, Draghi, y de quién reciben órdenes?

Rajoy, solo o en compañía de otros –Mato, Báñez, Montoro, De Guindos—, es ahora la causa de nuestra desesperanza pero también nuestra esperanza, aunque sea mínima. Digo esto porque lo otro –nacional—ya lo conocemos y no queremos repetir, por mucho que toda la tropa de Rubalcaba se reúna para conspirar y ver cómo desestabilizan lo que ya está desestabilizado –no es trabalenguas—. Y lo de fuera, quiera Dios que no nos impongan un Monti-Papademos-X, tecnócratas cortados a medida, aunque parece que estamos condenados a ello, también para que se cumpla el plan.

No estaría de más recordar que el reyezuelo no electo de Grecia, Papademos, aparte de miembro de la Comisión Trilateral, fue Gobernador del Banco Central de Grecia y que con la ayuda de Goldman Sachs falseó las cuentas de déficit público del país, una de las causas de su hundimiento económico. Este extremo de máxima gravedad parece pasar inadvertido. En cuanto al señor Monti, impuesto también por los mercados tras la dimisión obligada de Berlusconi en Italia, también está relacionado con la Trilateral y con el Club Bilderberg. Y qué decir del gran ahora todopoderoso Mario Draghi, presidente del BCE, que tiene ante sí el destino de Europa. Pues que fue nada menos que vicepresidente para Europa de Goldman Sachs durante el periodo en el que se falsearon las cuentas griegas. Hay que recordar también que Goldman Sachs es uno de los mayores bancos de inversión mundial, corresponsable con la agencia de calificación Moody´s y otras organizaciones de la crisis actual, y uno de sus máximos beneficiarios. ¿Recuerdan la quiebra del Lehman Brothers, las hipotecas basura –subprime—, agrupadas en bonos que luego vendían? No deja de ser paradójico que los causantes de la crisis lleven ahora el timón de la salvación.

Pero estos androides no son los planificadores y los encargados de tomar decisiones sino cabezas visibles, simples ejecutores, obreros de los dueños del mundo creados en los crisoles franskensteinianos de la macroeconomía, previa entrega de la ofrenda de sus corazones al sanguinario Huitzilopochtly. Entre estos poderosos tenemos en la lista a los Rockefeller, los Rothschild –rama francesa e inglesa—, los Carnegie, los Ford, los Warburg, las monarquías holandesa y británica, Kissinger y otros personajes siniestros, más todo un areópago de personalidades relacionadas con la banca internacional y con las multinacionales más importantes. Y ¡ojo!, todos relacionados con la masonería, los bilderbergers, los illuminati o los skull and bones, sociedades secretas bajo el paraguas de la sinarquía illuminista, que sirve directamente al Mal.

Es descorazonador, pero es lo que hay. Sabemos que nos engañan, que nada es lo que parece y que el fin de todo es convertirnos en esclavos y rebajarnos a la categoría de insectos. Por eso me siento un poco hormiga. Pero hormiga con conciencia. Contra el Mal todos sabemos cómo se lucha y con qué armas. ¡Pues a ello!

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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(05/08/2012)
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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