Rafael Torres – Al margen – La fortuna de Amancio Ortega.


MADRID, 08 (OTR/PRESS)

¿Qué puede hacer un hombre con 38.000 millones de euros? Nada, excepto amasar una suma aún mayor si cabe. Pero incluso en este caso, la imposibilidad de hacer cosa alguna con ese dinero se acrecería. Puede que Amancio Ortega, el dueño de Inditex y de esa colosal fortuna, la tercera del mundo, no tenga la menor intención de gastárselo en nada, que tampoco podría, y que lo que le anima sea, o bien el acopio por el acopio, la acumulación por la acumulación, o bien una rara mística dineraria, como de desprendimiento inverso. En todo caso, a uno le da un poco de lástima Amancio Ortega, pues siendo una verdad irrefutable que lo que no se da, se pierde, el empresario gallego es la tercera persona que más pierde del mundo.

No será uno el que discuta a nadie el derecho a prosperar y a enriquecerse, bien que sólo en el caso de lograrlo honradamente con el trabajo y el esfuerzo, y no sirlando al prójimo, origen de tantas fortunas, de tantos títulos y aun de tantas naciones. El caso de Amancio Ortega, que edificó su imperio comercial mediante la admirable ocurrencia de fabricar y vender una ropa menos fea y menos cara que la que se hacía en España hace unas décadas, parece corresponderse, en efecto, con un tipo de enriquecimiento no reprobable, pero ahora, cuando ya está más que suficientemente forrado, tanto que podría vivir 38.000 vidas siendo millonario en todas ellas, se halla ante un atroz dilema: ¿qué hacer con eso? No es fácil.

Hace unos meses, podía haberse acercado por Bankia a comprar Participaciones Preferentes, lo que le habría aligerado notablemente la cartera, aunque por su perfil de gran entendido en finanzas no se las habrían querido colocar por nada del mundo, que ese tósigo era sólo para los humildes ahorradores profanos en la materia.

Ahora bien; si Amancio Ortega quisiera encontrarle una utilidad a su dinero, incluso una utilidad egoísta, en éstos tiempos de hambre y miseria, podría reparar en otra verdad sencilla, emparentada con la que mencioné antes: el que más da, más tiene. Mataría dos pájaros de un tiro: tendría más, y más, y más, a medida que fuera repartiendo, compartiendo, lo que tiene.

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