Andrés Aberasturi – Entre la prima de riegos y ocupar supermercados


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Tiene que ser la ola de calor. No encuentro otra explicación posible no ya a los hechos protagonizados por Sánchez Gordillo y los suyos, ni tan siquiera al anuncio tranquilo del pintoresco alcalde de Marinaleda sobre sus próximas hazañas, es decir delitos, de ocupar más fincas, entidades bancarias y/o supermercados a ser posible sin zarandear cajeras. A lo que no encuentro explicación -salvo la ola de calor, ya digo- es a la actitud de Llamazares o del mismísimo vicepresidente de la Junta de Andalucía don Diego Valderas.

Es que se supone que este es un país civilizado con instituciones que garantizan el orden la seguridad y la justicia, que los señores y las señoras que son elegidos por el pueblo para que sean sus representantes, asumen una seria de principios a los que ni deben ni pueden renunciar, que los sindicatos legalmente constituidos se comprometen a respetar las leyes y a nadie se le ocurre -a nadie que esté dentro del sistema democrático que es un estado de derecho- tomarse la justicia por su mano y decidir lo que está bien y lo que está mal por muy ejemplarizante que pueda parecer.

Pues bien, dejando al margen al visionario Sánchez Gordillo cuya tragedia es que tuvo su momento y no se ha dado cuenta de lo que ha llovido mucho desde entonces, llega el señor Llamazares y tras el robo con fuerza de dos supermercados asegura sin ningún rubor que el Código Penal «justifica» este tipo de acciones «en situaciones dramáticas» para añadir después que la reacción que ha generado el asalto es, a su entender, «exagerada» y que serán los tribunales quienes decidan o no si ha sido un acto «afortunado o desafortunado». A ver, señor diputado Llamazares: los tribunales no decides si los hechos son o no «afortunados» sino si hay delito o no hay delito. ¿Reacción exagerada? Bueno, lea usted todo lo que la prensa extranjera ha escrito sobre el tema y no creo que los medios de por ahí estén al servicio de la derecha española.

Y le llega el turno al vicepresidente de la Junta de Andalucía, que como Llamazares y Sánchez Gordillo, milita en IU y es además su coordinador general en Andalucía. Pues Diego Valderas, ha restado importancia al asalto y ha defendido el valor «simbólico» de estos actos haciendo luego una sutil -e imposible- diferenciación: la iniciativa partía de Sánchez Gordillo en su papel de sindicalista, y no en el de diputado, y llega al límite de la estulticia cuando considera que la participación del diputado de su formación ha conseguido «abrir un gran debate sobre riqueza y pobreza, una realidad que no se puede ignorar». O sea que ha tenido que ser Sánchez Gordillo llenando carros de un supermercado los que abrieran un debate en el que ni se había pensado en el siglo XIX ni mucho menos en el XX. Pobre Revolución de Octubre, sin ir mas lejos, todos estaban a por uvas tomando el Palacio de Invierno sin saber por qué.

He empezado con la pequeña broma de la ola de calor, pero estos hechos y los que se permite anunciar para un futuro Sánchez Gordillo, esta complacencia de sus correligionarios, este espectáculo lamentable y esas frases de pastiche trasnochado del alcalde de Marinaleda («expropiación alimentaria», «queremos expropiar a los expropiadores, esto es, terratenientes, bancos y grandes superficies», «será un orgullo ir a la cárcel por defender lo que defiendo») todo esto, digo, me acoquina como ciudadano que aun cree que las cosas no se resuelven ocupando supermercados. Y me acoquina aun más que Sánchez Gordillo, que lleva toda la vida metido en política, diga que lo que pretendía con su acción era «quitar la atención sobre la prima de riesgo y ponerla en aquellas cuestiones que preocupan de verdad».

O sea, que lo de la prima de riesgo es una bobada que no tiene nada que ver con los problemas reales de los andaluces y los españoles. Qué visión, compañero.

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