Rafael Torres – Al margen – El cabrito y el viento.


MADRID, 15 (OTR/PRESS)

El reciente caso del vecino de Tarragona que apedreó un helicóptero de los Bombers de la Generalitat que se abastecía de agua en una balsa de su propiedad para apagar el incendio de unos cañaverales, simboliza bien uno de los aspectos de la inmensa fragilidad de nuestros montes y bosques ante el fuego.

Los «recortes» hechos éste verano en los dispositivos anti-incendios, en torno al 30% de los que ya eran insuficientes antes de los mismos, ha facilitado, sin duda, la propagación y el descontrol de los fuegos, que por ello se han cobrado varias vidas humanas, como si el ahorro de unos pocos euros, muchísimos menos de lo que nos cuesta el inútil Senado, pudiera compensar nunca, salvo en un escenario de locura y amoralidad social, de la pérdida de esas vidas. Los «recortes» han arrimado la tea por un lado, y la desidia y el egoísmo de instituciones y particulares la han acercado por el otro.

Desaparecida la transhumancia del ganado lanar, que ramoneaba el sotobosque hasta dejarlo pulido y limpio como una patena, y abandonadas en general las faenas de adecentamiento de los montes para dejarlos expeditos de los residuos vegetales que actúan como precipitadores del fuego, las arboledas del país no son, llegados los intensos calores del verano, sino potenciales extensiones de inflamable estopa.

Sólo falta el cabrito huérfano que tira una colilla encendida, y el viento, del que en España, desde la Tramontana al Levante, estamos bien servidos, para que la devoradora pira se arme. Pero también actúa para alimentarla la impunidad de que han gozado y aún gozan los pirómanos criminales y cuantos, por acción u omisión, provocan los incendios forestales.

El tipo de Tarragona que se lió a pedradas con el helicóptero de los bomberos que se surtía de su balsa en la proximidades del río Francolí, representa aún otro aspecto de la tragedia: el egoísmo, la insolidaridad, la mezquindad, el paupérrimo sentido de lo comunal y lo público. Y el epílogo, el de siempre: localizado por la policía, no ha sido detenido.

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