José Luis Gómez – A vueltas con España – Abrió Fabra y cierra Collarte.


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

El diputado del PP Guillermo Collarte gana unos 5.100 euros al mes y dice que las pasa «bastante canutas», por lo que se supone que dimitirá de inmediato para pasarlo mejor. El verano de las «boutades» que abrió Andrea Fabra (la del «que se jodan») lo cierra ahora Guillermo Collarte, en una disparatada carrera de dirigentes populares que a este paso terminarán por minar la credibilidad del propio presidente Mariano Rajoy.

No solo están sobre la mesa este tipo de comentarios impropios de políticos decentes, sino también los comportamientos de ministros que se enfrentan públicamente en defensa de intereses económicos de las empresas energéticas, como hicieron Soria y Montoro. Alguien debería poner orden en el Gobierno y en el PP, no ya solo por su propio bien, sino por el interés general de un país gobernado por un partido con mayoría absoluta. En el caso de Collarte es verdad que el PP lo ha descalificado y que él ha pedido disculpas, pero la clave sigue estando en si dimitirá o no un diputado que, según él mismo deja entrever, estuvo llamado a entrar en el Gobierno.

Rajoy, a todo esto, sigue enfrascado en la gestión de la crisis, donde las cosas pintan mal cada vez que el presidente español intenta minimizar el coste del presumible segundo rescate. Digamos que el Gobierno y el PP están complicándose la vida en el peor momento. Lo mejor que tienen casi es la oposición, que sigue desdibujada, camino de Rodiezmo.

Algunas de estas cosas no pasan de la categoría de anécdotas en medio de la que está cayendo, pero el problema es que distraen la atención y cabrean al personal, sobre todo a quienes más sufren la crisis, cuya superación llegará cuando las reformas hayan culminado y el país esté menos apalancado, para lo cual también será necesario ocupar el espacio que dejó el hundimiento del sector inmobiliario. España solo podrá recuperar su posición de potencia intermedia en Europa y en el mundo sin deudas y con un nuevo modelo productivo.

Hablamos, por tanto, de años; tal vez demasiados, aunque suficientes para que la España de entonces pueda prescindir de políticos como Fabra y Collarte, entre otros.

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