Carlos Carnicero – Urdangarín, sin merienda.


MADRID, 28 (OTR/PRESS)

Hay dos medidas que revelan el sustrato cutre de esta crisis: dejar a los presos de Cataluña sin merienda y hacer pagar a los niños por calentar la comida en las escuelas. Pura naftalina.

Ahora, como vamos conociendo más trampas de Iñaki Urdangarín, nos desayunamos con que el yerno del Rey de España ha pedido excedencia en Telefónica para no dañar a la compañía. Urdangarín se ha quedado, también, sin merienda.

No he entendido por qué en un primer momento de este escándalo el Duque de Palma no reaccionó como los nobles de antes. Sacrificarse a favor de La Corona para no deteriorar su imagen hubiera sido una medida costosa pero inteligente.

Solo una frase que pronunció el Rey cuando se rompió la cadera matando elefantes. «Lo siento, me he equivocado; no volverá a suceder» hubiera bastado. Y, a continuación, pedir la liquidación de sus estafas a la fiscalía para devolver sin condiciones hasta la última peseta.

Hubiera sido perdonado por la opinión pública y tratado con consideración por la Justicia. Quién pagaba el servicio a cuenta de sus fundaciones no ha tenido esa grandeza. Y ahora, con nuevas facturas a cambio de nada, el futuro judicial del Duque es carnaza para quienes quieren debilitar a la Monarquía.

El Duque ya no tiene en activo la canonjía de Telefónica. Una medida acertada desde los intereses de la multinacional, pero insuficiente. La opinión pública no va a tener piedad con el marido de la infanta Elena porque la lógica cruel de la crisis fomentará las horcas caudinas contra un miembro de la realeza.

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