Julia Navarro – Escaño Cero – Las primeras grietas.


MADRID, 4 (OTR/PRESS)

No lo tiene fácil el ministro Fernández Díaz. Ser ministro del Interior no es ninguna bicoca pero aún es más difícil si a eso se une tener que «gestionar» un proceso para que ETA ponga su punto final. A Fernández Díaz le llueven criticas por tierra, mar y aire a cuenta del caso Bolinaga y seguramente las criticas que más le duelen, las que más mella le hacen son las que recibe de sus propios compañeros de filas.

Lo cierto es que las primeras grietas en la casa popular han aflorado a cuenta del etarra Bolinaga. Y no es de extrañar. El solo pensar que el hombre que fue el carcelero de Ortega Lara pueda salir en libertad enciende los ánimos del común de los ciudadanos. Bolinaga no inspira compasión a pesar de que se repita que su estado es terminal porque padece cáncer. Pero la ley es la ley y en la letra de la ley está la posibilidad de que los enfermos terminales salgan de la cárcel y terminen sus días en su domicilio. Y es lo que han hecho los abogados de Bolinaga, pedir que se cumpla la ley. Pero no solo eso, claro, no seamos ingenuos. La izquierda abertzale ha hecho de Bolinaga un símbolo con el que demostrar que pueden retorcer el brazo al Estado haciéndole asumir una decisión legal, sí, pero incomprensible para los ciudadanos.

¿Podría haber evitado el Gobierno el solo planteamiento de la libertad de Bolinaga? Los expertos en leyes dicen que sí, que la ley deja resquicios para oponerse a la libertad de Bolinaga. Puede que tengan razón, pero en todo caso la cuestión de fondo no deja de ser otra que Jorge Fernández Díez no está haciendo otra cosa que seguir la hoja de ruta trazada por Zapatero para intentar poner punto final a ETA. Naturalmente, el ministro no va por libre sino que actúa en perfecta sintonía y bajo las ordenes del presidente Rajoy. Así que hay que buscar en esa «hoja de ruta» lo que está pasando con el caso Bolinaga.

Pero como a río revuelto ganancia de pescadores, no es menos cierto que Mariano Rajoy tiene sus propios adversarios en el PP. A nadie se le oculta que tanto Esperanza Aguirre como el propio Mayor Oreja, amén de muchos otros, no son entusiastas de Rajoy, y que si ellos hubieran podido evitar tenerle al frente de su partido lo habrían evitado. De manera que el caso Bolinaga les está sirviendo sobre todo para dar a Rajoy una patada en las espinillas, pero en las espinillas de Jorge Fernández Díaz. Sin olvidar, claro, que al propio ministro le ha faltado mano izquierda para gestionar la situación.

Desde luego el caso Bolinaga es una batalla que Rajoy ha perdido ante la opinión pública. Bolinaga no es un etarra cualquiera, sino un hombre especialmente cruel que fue capaz de mantener en un agujero inmundo a Ortega Lara y el hecho de que no dé muestras de arrepentimiento y que no haya pedido perdón hace aún más difícil que la opinión pública pueda digerir su puesta en libertad.

Antonio Basagoiti ha resumido muy bien el sentir de los ciudadanos: les importa un bledo que los etarras, enfermos o no, tengan que estar en la cárcel. Otra cosa es si esa sinceridad de Basagoiti es «políticamente correcta», pero lo sea o no, lo cierto es que no ha dicho nada que no se diga en la calle. El caso Bolinaga es un dardo envenenado que puede dejar más que rasguños en Rajoy y en su ministro del Interior. Al tiempo.

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