Luis del Val – Asalto a la intimidad


MADRID, 6 (OTR/PRESS)

Supongamos que una o varias personas entran en nuestra casa, revuelven y manosean la ropa interior de nuestra esposa, encuentran una fotografía en la que se encuentra desnuda, y la van enseñando por todo el barrio, riéndose, y, encima, algunos vecinos también se mofan y hacen fotocopias y se van pasando la imagen. ¿Qué haría usted? A una ciudadana, concejal de un ayuntamiento, le han asaltado su intimidad, le han robado un vídeo, lo han expuesto en internet, y, asombrosamente, los vecinos no han organizado una ruidosa manifestación en contra de estos violadores de la privacidad, muy al contrario, la concejal ha presentado la dimisión, acto que la mayoría de los tontos contemporáneos de este país consideran normal, porque apenas ha habido protestas.

Que haya delincuentes que violen la intimidad de las personas ya es grave, pero que se admita esta perversidad sin que se levante la indignación, y sin que los que aparecen como escrupulosos defensores de la libertad en otros asuntos permanezcan cobardemente mudos, resulta todavía más preocupante.

Que la concejala presente la dimisión le honra, que se la acepten deshonra al ayuntamiento, porque ¿qué hacen en la intimidad de las alcobas el resto de los ediles? ¿Resuelven ecuaciones de segundo grado? ¿Discuten sobre la influencia de Aristóteles en los clásicos? ¿O se dedican al sexo, en sus ingeniosas variantes? ¿Dónde está esa izquierda furibunda amante de la libertad que consiente que su concejala sea víctima de los asaltadores? ¿Dónde está esa derecha liberal que presume de que la privacidad es algo laicamente sagrado? Me gustaría cerciorarme de que no están viendo el vídeo de la concejala, como han hecho miles de horteras.

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