MADRID, 6 (OTR/PRESS)
Poco a poco, el Gobierno de Mariano Rajoy va sacando la cabeza del pozo, como lo acredita este miércoles blanco, en contraste con tantos lunes, martes, miércoles, etc negros a que nos tienen acostumbrados. Tanto el presidente del BCE como la canciller alemana le trajeron al Gobierno una buena jornada, que sueñan con prolongar en beneficio de la economía española. Las objeciones que se le hacen desde la oposición tienen mucho fundamento, como la que se refiere a las condiciones de la compra ilimitada de deuda, que era el anuncio estrella de Draghi. También les ha sido positivo el aplauso de la señora Merkel a sus reformas y recortes, contra los que están, como se sabe, muchos de los principales resortes políticos y sociales de nuestro país. La otra faceta positiva era la reunión de La Moncloa con los granes empresarios españoles y alemanes, con los líderes de los sindicatos incluidos. Sea cual sea el recorrido de todo esto, lo cierto es que supone de momento un cambio de decorado frente a la angustia diaria y un aliento para la Bolsa y los inversores.
La encendida defensa del euro por parte de Rajoy y Merkel quita hierro al europesimismo enquistado en las sociedades en estos últimos años, y no digamos en la española. Ya sé que lo que se defiende es una Europa que poco tiene que ver con el sueño de los padres fundadores, pero tengo la impresión de que peor es la nada. Si la gran crisis pasa pronto, ese sería el momento de replanteárselo todo. Dudo mucho de que este de ahora sea el momento oportuno. Lo dudo, no lo niego. Por último, puestos a ver por una vez las cosas si no blancas, al menos grises, la negativa de Rajoy a tocar las pensiones, aunque añadiera «por el momento», es un factor positivo y encomiable, que emite tranquilidad para ese gran sector social de los pensionistas. Ese factor debería estar mucho más presente en las decisiones y declaraciones del presidente del Gobierno y de los políticos responsables de este país. La sociedad española se lo agradecería mucho, harta de negruras y de obsesivas políticas calamitosas y sin futuro.
