Carlos Carnicero – El oficio de obedecer.


MADRID, 08 (OTR/PRESS)

Mariano Rajoy ha hecho la suprema declaración de insolvencia: no gobierna él, lo hace la realidad. Esta confesión debiera haber convocado el pánico. Si un gobernante asume que se deja llevar por los acontecimientos pierde la esencia de su razón de ser que es transformar la realidad para adaptarla a sus proyectos.

En el puente de mando no hay timonel sino una mandato de que gobierne la corriente. La orden dictada por el presidente del Gobierno es obedecer en cadena. Desde el último ciudadanos, al que el premier laborista británico, Clement Attlee, concedía el derecho a una «vida digna y un gobierno que le sirva», a los más poderosos empresarios.

Angela Merkel ha visitado España como quien inspecciona un protectorado, mientras su partido y la prensa sensacionalista alemana reclaman mano dura con los vagos del sur. En Portugal siguen ajustando la soga con bajadas de sueldo para todos los ciudadanos.

El complemento de las órdenes de Merkel lo ha dictado Sheldon Adelson, el magnate de Eurovegas, que ha conseguido unas vacaciones fiscales de diez años, espacios libres para fumar y otras excepciones de las que todavía no tenemos noticia precisa.

Ahora la única decisión sobre la que Rajoy tiene soberanía es pedir el rescate a Europa. Dependemos de los dictados de la canciller de Alemania y de los designios del emperador del juego y de la prostitución al que se le ha quedado pequeña Asia.

No hay un solo proyecto productivo. Cataluña se rinde a un empresario inmobiliario que es uno de los causantes de nuestra burbuja. También habrá casinos en Tarragona, en una nueva confrontación entre la periferia y el centro, ahora por el control de las ruletas y lo que traen consigo en todas partes, desde Las Vegas a Macao: mafia, prostitución y blanqueo de dinero.

El modelo productivo español no cambiará: servicios de ocio y juegos de azar como alternativa al I+D y a la productividad. ¿Preparando el estallido de la próxima burbuja? Europa se constituye en una amenaza porque no nos deja competir con los mismos hierros. Nuestra escapada es hacia el abismo.

Rajoy ha decretado la sumisión como doctrina. Los parados tendrán que limpiar los bosques y los ejecutivos de banca no harán trabajo voluntario porque la ley del fuerte está a punto de domeñar las leyes de la civilización. Si obedecer es nuestro designio, ¿no podemos elegir un amo que nos trate con respeto?

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