Fermín Bocos – ¡Todos a Madrid!


MADRID, 3 (OTR/PRESS)

¡Todos a Madrid¡ En cada ocasión en la que un colectivo laboral, gremio profesional, asociación, partido o sindicato reclama o protesta por algo, la cosa suele acabar en manifestación en Madrid. Tiene su lógica puesto que es en Madrid, capital del Reino, donde reside el poder y contra quien suele ir la manifestación de turno buscando eco para sus reivindicaciones o llamando la atención con carácter preventivo ante posibles iniciativas o decisiones del Gobierno. O del Parlamento.

Ocho manifestaciones al día se celebran en Madrid según el dato revelado por la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes. Más de mil en lo que llevamos de año. Muchas son y muchos los cortes de tráfico y demás trastornos que sufren los madrileños, aunque hay que decir que suelen ser madrileños quienes protagonizan buena de parte de las manifestaciones. El caso es que al hilo de las más recientes -las del 25-S y días posteriores, las que pretendían ocupar o cercar el Congreso- ha nacido una polémica. Con pie en una reflexión de la mencionada señora Cifuentes. La delegada estima que para evitar los continuos trastornos que se derivan de tan elevada secuencia de manifestaciones en las calles de la capital convendría modular este tipo de demostraciones. Tiene fundamento la reflexión, pero habría que recordar que el derecho de reunión y manifestación está amparado por la Constitución (Art 21) que es muy claro al respecto: quien quiera manifestarse tendrá que comunicarlo a la autoridad, que solo podrá prohibir cuando existan razones fundadas de alteración del orden público con peligro para personas o bienes.

Los jueces, como ha recordado la propia señora Cifuentes, siempre sentencian a favor del derecho consagrado por la Constitución. Costó mucho conseguirlo y aunque resulte una servidumbre para quienes gobiernan -que suelen ser la diana de las protestas- e incluso para quienes no se sienten concernidos por los hechos que provocan las protestas, tengo para mí que cualquier restricción sería un retroceso. Retroceso que como demócratas, acabaríamos lamentando.

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