Fernando Jáuregui – Cincuenta días que cambiarán España.


MADRID, 5 (OTR/PRESS)

Sí, España está cambiando jornada a jornada. Y mucho. Son bastantes las cosas que se han puesto en tela de juicio, y sospecho que eso es solamente el comienzo: aquí van a ocurrir, debe ocurrir, mucho más. Pero ahora, además, nos encontramos ante el primer fin de semana -mítines, sondeos_ de dos campañas electorales importantes, cada una en lo suyo, y que trascienden del mero resultado electoral. Porque en Galicia no es Núñez Feijóo, sino el mismísimo Rajoy, quien se la juega; y en el País Vasco el juego va mucho más allá del rostro de un político. Creo que nadie saldrá indemne de ambas noches electorales, ocurra lo que ocurra dentro de dos semanas. Como nadie, en toda España, quedará sin un rasguño tras conocerse el veredicto de las urnas en Cataluña, el próximo 25 de noviembre.

En estos cincuenta días pasarán torrentes de agua bajo los puentes que sustentan el edificio de la nación. Quién sabe si habrá, en este tiempo, que pedir el rescate económico, algo que da la impresión de que el Gobierno español trata de retrasar hasta después de unas confrontaciones electorales que el Partido Popular -y, más aún, el Partido Socialista_ contemplan con aprensión creciente. Y quién sabe también si en este mes y medio Rajoy y Rubalcaba alcanzarán, al fin, algún gran acuerdo para enderezar el barco. Lo dudo mucho, claro, porque no son las campañas electorales tiempo precisamente propicio para los acuerdos entre las formaciones políticas.

Y, sin embargo, hay que insistir una vez más en lo necesario de estos acuerdos entre las fuerzas de ámbito nacional, especialmente cuando nos jugamos lo que nos jugamos en las elecciones en dos territorios «históricos» en los que el equilibrio territorial es tan delicado como Cataluña y el País Vasco. Donde lo previsible es un retroceso tanto de socialistas como de «populares» frente a fuerzas nacionalistas o claramente secesionistas. Claro que en la tercera elección, la gallega, es donde se va a producir en toda su virulencia el encontronazo entre PP y PSOE: Mariano Rajoy no puede permitirse que el partido que él preside pierda precisamente en «su» tierra, y para los socialistas es la única oportunidad de reconquistar un poco de poder territorial, aunque sea compartido con otros.

Para un mero espectador, o para un comentarista lejano, el panorama nacional es apasionante, porque hasta las relaciones tradicionales con Iberoamérica se van a poner en el escaparate en estos días, cuando se van a contar, una a una, ausencias y presencias en la «cumbre» de Cádiz, a celebrar pocos días antes de las elecciones catalanas. Sin embargo, para un ciudadano consciente el horizonte está lejos de encontrarse despejado o de ser alentador; lo cierto es que, cuando existen voluntad, generosidad e imaginación políticas, cincuenta días pueden bastar para cambiar, para mejor, un país. Si no encontramos esas cualidades, si seguimos con el debate de sal gorda, dándonos la espalda y sumidos en estériles debates, sin adoptar ya decisiones que son cruciales, estos cincuenta días, y los que les sigan, pueden ser casi un infierno.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído