Fernando Jáuregui – Siete días trepidantes – ¿Estamos, de verdad, como en 1898?


MADRID, 06 (OTR/PRESS)

Josep Antoni Duran i Lleida, el líder de unió Democrática de Catalunya, el partido democristiano que forma parte del Gobierno catalán junto con la Convergencia de Artur Mas, es un hombre, a mi entender, inteligente y moderado. Pero, en ocasiones, patina de manera poco congruente con su trayectoria y con los libros que ha publicado.

Me ha sorprendido, la verdad, su última equiparación de la situación que vive España con la de aquel trágico 1898, cuando se perdió el último bastión colonial, Cuba. Claro que ni Cataluña, señor Durán, es Cuba, ni este país nuestro -suyo, mío y de todos_ es aquel decadente, subdesarrollado, triste, de finales del XIX.

Hay que repasar la Historia en lugar de intentar apropiarse de ella. Cierto que este Gobierno ofrece ocasionalmente la impresión de carecer de soluciones políticas de alcance. Cierto que este gran país a veces parece la cuna del nacional-pesimismo. Pero esta España no es la que salía del asesinato de Cánovas, ni la de Sagasta, ni la de Francisco Silvela. Y, claro está, la pretensión de equiparar a la distante y distinta Cuba con la en todos los sentidos próxima Cataluña, nuestra Cataluña, parece un dislate solo semejante al cometido por Mas cuando dijo que España no podrá utilizar las armas contra sus planes secesionistas -si es que son tales_ o a la convocatoria follonera en torno al partido Barça-Real Madrid de las próximas horas. Por favor.

La semana comenzó con la euforia de la unanimidad lograda en la Conferencia de presidentes autonómicos en torno a la lucha contra el déficit, pero concluyó con los reproches de algunas autonomías -empezando, claro, por la catalana_ sobre la tardanza del «rescate nacional» a esas comunidades.

Y, entretanto, ahora que hablamos de rescates, el Gobierno central mantenía la incógnita acerca de si lo pediremos o no, y cuándo y cuánto, a unas instancias europeas magmáticas, alejadas, sí. Pero, desde luego, no tanto como en aquel 1898 en el que aún quedaba más de medio siglo para que Europa pudiese atisbar siquiera un acercamiento político o económico entre unas potencias a las que faltaban apenas tres lustros para declararse la guerra.

El peor de los dislates puede ser aquel que consiste en errar diametralmente el diagnóstico. En su afán por recuperar titulares, Duran, que sigo queriendo pensar que para nada comparte las ansias secesionistas de algunos de sus socios, se nos ha ido a hacer las Américas.

Lástima que nadie, desde este Gobierno central desnortado, embarcado en múltiples campañas electorales, enfrascado en la interpretación de los sondeos, en las contradicciones de sus Presupuestos -señaladas hasta por el gobernador del Banco de España_y en los desaciertos puntuales de algún ministro, le haya dado la réplica que merece. Lo que, por cierto, puede aplicarse miméticamente al principal partido de la oposición. País…

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