Como relaciones publicas nunca han sido muy hábiles. Prueba de ello es que la inmensa mayoría de la gente vive convencida de que Hitler era alemán y Beethoven austríaco y fue al revés.
Bromas aparte, si lideran, se les acusa de soñar a escondidas con dominar Europa y si se niegan a hacerlo, que es lo habitual, se les tilda de no pensar más que su mezquino interés.
En relación a la crisis del euro, a los alemanes se les ha dicho de todo.
«Bienvenidos al cuarto Reich», titulaba no hace mucho el inglés ‘Daily Mail’.
«Alemania secuestra Europa», clama de vez en cuando el rotativo griego ‘Dimikratia’.
El italiano ‘Libero’ ha sacado a la canciller ataviada con el uniforme de las SS bajo el letrero «Heil, Merkel».
El premio Nobel Paul Krugman se refiere a Merkel en ‘The New York Times’ como “Frau Nein” y aquí en España se pinta a la canciller como una mojigata protestante, que pilota la locomotora de la UE como un ama de casa melindrosa.
Vale, pero si yo fuera alemán me preguntaría quién engañó a la UE con las cuentas y la respuesta es Grecia. O dónde se han construido aeropuertos sin aviones y la respuesta es España.
O que Gobiernos negaban la crisis y tiraban el dinero como confeti, cuando los germanos se ajustaban hasta los dientes. Y la respuesta es…