MADRID, 10 (OTR/PRESS)
Al «colosal disparate separatista», en palabras del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se unen las previsiones del FMI (Fondo Monetario Internacional) y el último barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). Dos nuevas gotas frías que le caen al ya bastante maltrecho estado de ánimo de la sociedad española. No ganamos para sustos.
Aunque cuando el FMI elaboró sus previsiones aún no conocía el cuadro macroeconómico diseñado por el Gobierno de España para 2013 en los Presupuestos Generales del Estado, que entraron en el telar parlamentario el pasado 1 de octubre, sus indicadores son un palo en toda regla a dicho cuadro. En los tres epígrafes claves en la evolución de la crisis económica de nuestro país: crecimiento, paro y déficit público. Todo a peor. Todo a mucho peor de lo calculado por los equipos de Mariano Rajoy.
El otro sartenazo en el tono vital de la sociedad española viene de los datos del último sondeo del CIS sobre climas de opinión. Es demoledor. Según el 70 por ciento de los españoles estamos peor que hace un año. Y dentro de un año por estas fechas estaremos igual o peor: en lo político (76 por ciento) y en lo económico (46). A esta pulsión tan pesimista hemos de añadir la reiteración de los encuestados en señalar a la clase política como el tercero de nuestros grandes problemas, después del paro y la situación económica.
Dicho en otras palabras: los problemas tienden a crecer mientras la confianza en que puedan resolverlos quienes se ofrecieron a ello (primero el PSOE, luego el PP) tiende a decrecer. La última encuesta conocida sobre intención de voto (Metroscopia, 7 de octubre) revela que el partido en el Gobierno, ha bajado desde el 44 por ciento obtenido en las últimas elecciones generales hasta el 30, sin que eso haya supuesto el crecimiento del partido que se ofrece como alternativa de poder desde la oposición, pues los socialistas han visto recortado su nivel de aceptación entre los votantes en cuatro puntos desde las elecciones del 20-N.
Solo nos queda derrotar el pesimismo y desmentir las previsiones. Por ahí va el ministro de Economía, Luis de Guindos, cuando dice que se compromete a luchar contra las previsiones del FMI como los candidatos que van de perdedores en las encuestas y se muestran dispuestos a derrotarlas. Pero de momento si nos dicen que el paro se encamina hacia el 25 por ciento, que vamos a desbordar el 6,3 por ciento de déficit público comprometido para este año y que el PIB va a caer el triple de lo que dice el Gobierno, me parece que vuelve a dibujarse un panorama propicio para pedir el rescate, con toda la carga negativa que eso tiene.
Y en cuanto a la desafección política de los ciudadanos, siempre podrá el Gobierno formar una comisión. Dicho y hecho. El lunes pasado anunciaba la vicepresidenta del Gobierno, Sáenz de Santamaría, que se ha encargado al Centro de Estudios Políticos y Constitucionales un plan para la regeneración de la democracia. Qué pena.
