MADRID, 16 (OTR/PRESS)
Euforia en la Bolsa. Los millonarios afilan los dientes para comprar gangas en víspera del rescate. Señal inequívoca de que se rescata al capital pero no a los ciudadanos. Crecen las desigualdades más deprisa porque los ricos son más ricos y los ciudadanos más pobres. Rescatar es un concepto bonito, salvo que hay que especificar el precio de la extorsión. La Banca ya está salvada. Quienes vaciaron las cajas fuertes con operaciones fallidas e indemnizaciones millonarias duermen cada día más tranquilos. Muchos de ellos, y también sus nietos, no tendrán nunca problemas para llegar a fin de mes con un tren de vida de película. Recordemos las camisas y los trajes a medida de Miguel Blesa. Seguro que además está en media docena de consejos de administración para seguir demostrando su enorme capacidad para generar tragedias ajenas.
Nos va a rescatar, lo que solo quiere decir que nos van a empobrecer más en esta carrera irracional hacia el desguace del estado del bienestar. Y además, el colmo, es que nos intentan convencer que es por nuestro bien.
A estas alturas, las opciones racionales y razonables para salir de la crisis están sepultadas por la formidable propaganda neoliberal que supone que hay que dejar ganar más a los que más tienen porque después vendrán las migajas.
No sé cuanto más pueden aguantar esta ciudadanía huérfana de representación inteligente, cabal y con el coraje para enfrentarse al magma de este neoliberalismo salvaje. Casi nueve millones de españoles acuden a los servicios de beneficencia y asistencia social. Las clases medias también están siendo liquidadas. Más desempleo y más miseria en el horizonte de los próximos años.
Pero Europa nos rescata con la condición de robarnos el alma y la dignidad. Por eso los mercados están eufóricos. Porque en este universo de escasez unos pocos miles se están forrando sorbiendo la sangre de un pueblo indignado.