La mayoría absoluta de Feijóo. ¿Real o imaginaria?


Si nunca hay que hacer caso de las encuestas, en la campaña gallega que acaba de pasar su ecuador, menos que nunca. Por varios motivos. Las elecciones autonómicas gallegas son las más relevantes de la etapa democrática. Por la situación actual de España, de casi quiebra y pendiente del resultado de la negociación de un rescate que muy posiblemente pondrá patas arriba la configuración de nuestro sistema. De ahí, esa ralentización tan desesperante en la toma de decisiones por parte del Ejecutivo de Rajoy, más que de una desidia crónica inherente a su perfil y de un equipo que para nuestra desgracia no siempre está a la altura de las circunstancias. En diez meses de gobierno, se ha ido esfumando la confianza otorgada en las urnas el 20-N, y el descontento es ahora la nota gris y ronca de los ciudadanos que no paran de invadir calles y plazas contra sus medidas, llegando a pedir absurdos como un referéndum e incluso la dimisión. El malestar es profundo y la decepción total.

En este estado de cosas las elecciones gallegas hay que analizarlas en clave plebiscitaria. Votar a Feijóo es votar a Rajoy, su política de austeridad, sus recortes, ¡y lo que te rondaré morena!, pasado el Rubicón del 21-O. Porque lo que viene es serio. (Ya podemos ir preparando 6.000 policías para blindar a Merkel cuando haga su tour por España, a la manera griega, para presenciar en vivo y en directo nuestra agonía). Visto lo visto, no es de extrañar que en el eslogan de campaña aparezca solo Feijóo, sin las siglas PP, habiendo hecho además volar a la gaviota, que tampoco aparece en el azul celeste de fondo. Malo, malo, cuando hay que esconder las siglas. También evitó Feijóo algunas comparecencias públicas con el Presidente del Gobierno. No así la de Pontevedra, el fin de semana pasado. En la plaza de toros, completamente abarrotada, sí planeó a gusto la gaviota. Pero es que en Pontevedra o se echa un órdago o se pierde la partida. Es la provincia donde el PP puede perder más votos. Sobre Feijóo pende la pésima operación de la fusión de las cajas: una entidad viable, la antigua Caixanova del sur, con la arruinada Caixa Galicia del norte. Muchos pontevedreses no le perdonan a Feijóo que los haya dejado sin su emblemática entidad bancaria. Por cierto, han empezado a declarar en la Audiencia Nacional los cinco exdirectivos por presunto delito de administración desleal y adjudicación de al menos 7,8 millones de euros en jubilaciones, así, por la cara, sin contar con el Consejo de Administración y a espaldas del Bando de España. Pero además, Pontevedra es la provincia que registra mayor número de damnificados por las participaciones preferentes. De hecho, las víctimas han tomado la costumbre de afearle a Feijóo la llegada a los mítines, siendo necesario el valladar de los furgones policiales.

Hay que decir a estas alturas de campaña —quedan tres días escasos— que al PP le está saliendo bien la estrategia contra Mario Conde, candidato a la presidencia de la Xunta por el recién creado partido Sociedad Civil y Democracia y a quien el propio presidente candidato colocó en la primera línea del debate político. Conde pasó de no figurar en los sondeos a aparecer como el líder peor valorado. Sin embargo, nos consta que el PP gallego le tiene más miedo que a un nublao —creo que más al principio de campaña que ahora—, porque aunque el exbanquero no consiga representación, sí le puede arañar unos miles de votos, definitivos para una mayoría absoluta que se presenta muy raspada —yo lo de los 40 o 41 escaños no me lo creo—, por mucho que se cocinen encuestas y sondeos.

Es de sobra sabido que SCD concita, sobre todo, a desencantados de la derecha. Como defensa, ya el PP se preocupó de proyectar su sombra alargada para presionar a varios medios de comunicación para vetar a Mario Conde, entre ellos Tele 5, donde tenían programada una entrevista y un biopic, que fueron pospuestos sin más explicación. Y lo mismo ocurrió en varios medios gallegos. Claro que estas concesiones no son gratuitas. Estoy hablando de dinero y de algo más. Así las cosas, Feijóo dispone de un apoyo mediático que le jalea una holgada mayoría absoluta. Gracias a ello, el viaje en avión con el millonario argentino fue flor de unas horas, y lo mismo el desvío de facturas por importe de más de 400 millones de euros del 2010 al 2011 para cumplir con el déficit, según el informe del Consello de Contas. Sin embargo, el partido no debe tenerlas todas consigo. Si no, ¿por qué “precintar” restaurantes y otros centros públicos para impedir que SCD pueda celebrar sus reuniones? Me refiero, en concreto, a la formación de La Coruña que encabeza Francisco Fernández Tarrío, con posibilidades de aglutinar muchos votos dado el descontento de muchos peperos, algunos con carné, que ya han devuelto. Las buenas formas, ante todo.

En estas elecciones contamos además con una oposición muy debilitada, cansada y dividida. Un partido socialista en caída libre, tendente a la desaparición, inmerso en la corrupción, con líderes amortizados, sin nada que ofrecer, apoyados por las dos glorias de España, Rubalcaba y Chacón; y un Bloque Nacionalista Galego de infausto recuerdo en el alma colectiva gallega a raíz del experimento del bipartito, minimizado además tras su fragmentación en varias sensibilidades. Se demostró estos días en los debates televisivos, espectáculo soso, previsible, preparado, encorsetado y plano. Nada nuevo que no se hubiera dicho en comisiones, plenarios y consejos a lo largo de los últimos tres años y medio. Pero como era una novedad tras 19 años, la TVG pública —con más personal que Antena 3 y Tele 5 juntas—registró en esa franja un share más que aceptable. No sé si estos debates deciden el voto o ayudan a clarificar ideas, pero a los periodistas nos dan un juego bárbaro como material de tertulia.

Al margen de los rastreos diarios que nos parecen intencionados y muy poco creíbles, Beiras, con su lema de dudoso gusto “Hay que paralos”, y sus boutades como llamarle a Feijóo terrorista, podría ser la sorpresa en estas elecciones, pudiendo incluso obtener entre tres o cuatro escaños. Compromiso por Galicia aglutina a lo más moderado del nacionalismo, pero no tiene maquinaria y además cuenta en su haber con la rémora del radicalismo del BNG y sus muchas excentricidades. UPyD es también la gran incógnita. Obtuvo un índice de participación importante en las elecciones del 2009, pero a la formación gallega le falta fuelle y no pasa por su mejor momento. Siempre bajo la mirada de reojo del PP, el partido de Rosa Díez es también víctima de un injustísimo veto en los medios, un desdoro para nuestra democracia, todo hay que decirlo. No obstante, el desencanto y la desafección es tal, que cualquier cosa puede pasar. Es casi seguro que estos comicios van a cambiar la configuración del arco parlamentario de los tres partidos y entrarán nuevas formaciones. Quizá la de Beiras y alguna otra.

Hay que esperar al 21, pero, o mucho me equivoco o —a pesar de los trackings diarios que indican lo contrario— preveo unas elecciones marcadas por el voto en blanco y un mayor apoyo a los pequeños partidos, ese voto considerado inútil en lo racional, pero muy útil en el sentido moral.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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(17/10/2012)
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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