Francisco Muro de Iscar – Un trozo invisible de este mundo.


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

Inmigración, exilio, injusticia, soledad, desgarramiento, desigualdad, lejanía. Todos llevamos dentro un exiliado, todos somos migrantes, no permanentes. La vida es un viaje que termina siempre demasiado pronto. De eso habla «Un trozo invisible de este mundo», una colección de cinco excelentes monólogos que ha escrito y protagoniza el actor Juan Diego Botto en el Matadero de Madrid. Una reflexión, escrita desde la rabia pero sin perder el sentido del humor, sobre el mundo que vivimos, sobre la pérdida de un millón de personas- la mayoría inmigrantes- que ha perdido España en poco tiempo-, sobre lo que entregan los que vienen y lo que reciben de los que ya estamos. Todos somos temporeros. Una reflexión sobre la Justicia, que restaura -o debería hacerlo- daños personales, pero también colectivos. Justicia para que el colectivo social vea, toque, que lo ilícito se paga. O se debería pagar. Teatro para la reflexión, para la solidaridad, para la crítica, para la esperanza. El teatro como reflexión ética.

Sobre el escenario, casi desnudo, muchas maletas que hablan del viaje al exilio, a la tierra prometida, muchas veces a ninguna parte. Del equipaje de ilusiones que se convierte con frecuencia en una condena a sobrevivir lejos del afecto. Del trabajo sumergido que permite cobrar, sin otros derechos, unos euros para enviarlos a los que esperan. Y a veces a quienes no lo merecen. Maletas que va abriendo el protagonista, maletas vacías, tal vez una metáfora de la desnudez absoluta, de la falta de apoyos, de cariño, de calor. Pero también esas maletas abiertas deberían ser un símbolo de que hay que abrir las conciencias.

Hoy más que nunca, los inmigrantes, como Sabine Martine -una congoleña que pasó cuarenta días en un centro de internamiento para extranjeros (los controvertidos CIEs) pidiendo ayuda y atención sanitaria para su padecimiento y que falleció seis horas después de que finalmente, fuera llevada al hospital- o como tantos otros que pisan nuestras calles son, siguen siendo, una parte invisible de este mundo. Con papeles, sin papeles, con derechos, sin ellos. Sin acceso a la sanidad pública como una terrible manera de marcarlos o de expulsarlos del país.

«Dos está igual de lejos que diez de lo infinito», dice uno de los personajes, transmitiendo que da igual lo que hagas, que es imposible cambiar el mundo. Y no es verdad. Lo dice Juan Diego Botto -al que acompaña Astrid Jones y dirigidos los dos por Sergio Peris Mencheta- que apuesta por el amor y el compromiso como respuesta activa frente a la injusticia y la insolidaridad. No puede ser que tengamos un mundo en el que el crecimiento conduzca al caos por la abundancia de los menos y la exclusión de los más. Ni invisibles ni ilegales. Personas. En cualquier momento nosotros, nuestros hijos, podemos ser ellos. Ya lo estamos siendo. [email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído