Antonio Casado – España, capital Bruselas.


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

La Cumbre Europea no nos sacó de dudas. Seguimos en el círculo vicioso que se abre con recortes y sacrificios en nombre de la austeridad decretada por Alemania y se cierra con recesión a causa de la austeridad decretada por Alemania. Es la caja negra del malestar social. En el interior, vísperas de una nueva huelga general (14 de noviembre). En el exterior, una España sin fuerza política para doblarle el brazo a nadie, como se acaba de ver en este jueves en Bruselas. Por tanto, a seguir esperando que pasen las elecciones vascas y gallegas para pedir a Europa que nos rescate de los mercados (compra de deuda a cargo del BCE) y a que pasen las elecciones alemanas (otoño 2013) para la luz verde de Merkel al gran supervisor (BCE) de la llamada unión bancaria decidida en la cumbre de finales de junio.

Decidida, sí, como algunas otras cosas, aunque no aplicada. Tiene razón el presidente Rajoy al denunciar esa falta de seriedad. Hace bien incorporando a su discurso la idea de que los mercados patean a Europa en el trasero de España. Es decir, que parte de la elevadísima prima de riesgo que pagamos cada vez que el Tesoro emite bonos nada tiene que ver con la debilidad de la economía española o nuestra supuesta pereza a la hora de hacer los deberes orientados a reducir el déficit público. Así es. Una buena parte es debida a la desconfianza en la marca Unión Europea, que es cualquier cosa menos una unión, aunque pretende serlo a partir de la moneda única. El euro es la excusa de esa supuesta vocación unitaria que los mercados ponen a prueba cada día ¿Cómo? Pues atacando el flanco sur, que es el más débil (Grecia, Portugal, España, Italia).

Es verdad que una parte de la prima de riesgo es culpa nuestra, por no tener aún acabadas las tareas de reforma en el mercado del capital, el del trabajo (aquí vamos más avanzados), el de los servicios públicos, etc., pero otra partes es culpa de la Europa que dice y no hace en materia de integración (bancaria, fiscal), que toma decisiones y no las cumple o retrasa su aplicación por intereses electorales de sus socios más poderosos.

Tampoco procede olvidar que Rajoy se envuelve en la bandera de Europa para distraernos de los problemas imputables a su gestión como presidente del Gobierno. Vale. Es evidente que necesita decisiones de Bruselas que tiren de España hacia arriba, pero sin dejar de cumplir las recomendaciones impuestas en el expediente abierto a nuestro país por incumplimiento de déficit. Pero eso ya se está haciendo, como acaban de reconocer tanto Alemania, que nos invita a perseverar, como Francia, que lo toma como un mérito de España para estar más arropada.

Ahora le toca a Europa cumplir lo acordado en la cumbre del 28-29 de junio. Lo hará, pero arrastrando los pies y tomándose un tiempo que España no se puede permitir porque va contra lo que de verdad necesitamos: primero, bajar la prima de riesgo para que, entre otras cosas, fluya el crédito. Y segundo, crecer para que se vuelva a crear empleo. Ahí estamos.

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