Antonio Casado – El estado echa cuentas.


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

El debate de totalidad sobre los Presupuestos Generales del Estado para 2013 ha sido para batir palmas si nos quedamos con el panorama descrito por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que los defendió ante el Congreso. Pero ha sido para hacer cola en los aeropuertos si nos atenemos a los respectivos defensores de las once enmiendas a la totalidad presentadas por los grupos parlamentarios. Todos menos el PP.

No hubo punto medio. Como si la realidad fuese bipolar y sintiera aversión a los matices. Según Montoro, España va camino de iniciar la recuperación económica a lo largo del año que viene, no tiene problemas para cumplir con los objetivos de déficit público comprometidos con la Unión Europea y, por supuesto, el Estado no va a dejar desamparados a las familias y ciudadanos y porque, entre otras cosas, estos son los Presupuestos «más sociales de la historia».

En esa afirmación, que ha copado muchos titulares de Prensa, vieron los demás portavoces parlamentarios una actitud provocadora del ministro, lo cual pudo contribuir a exacerbar sus respectivos discursos. Con matices, naturalmente, pero coincidentes en tres valoraciones comunes respecto a los Presupuestos del año que viene. A saber: increíbles, ineficaces e injustos.

Además, algunas pedradas verbales con firma. Para Pérez Rubalcaba (PSOE), lo que el Gobierno ofrece a los ciudadanos es «sufrimiento para empeorar». Según Durán i Lleida (CiU), estas cuentas del Estado están «caducadas» antes de nacer. Por su parte, Cayo Lara (IU), las ve como «una declaración de guerra a la recuperación» y acusa al Gobierno de «sangrar a la mayoría para salvar a la Banca». Y así sucesivamente, con el resto de los portavoces, excepto el del PP, en la misma línea reprobatoria del proyecto presupuestario presentado por el Gobierno.

Hasta aquí, el fiel reflejo de lo ocurrido en la Cámara durante los dos días del debate, aritméticamente salvado por el Ejecutivo gracias a la mayoría absoluta de su partido. Pero hay que contar también con la enmienda de totalidad número doce. La que se presentó en la calle bajo el lema de «Rodea el Congreso», el principio de la desobediencia civil y la atenta mirada de las fuerzas policiales que esta vez, aunque la manifestación ni siquiera había sido ni comunicada oficial y formalmente, no tuvieron necesidad de ejercer su consabido arbitraje en los alrededores del Congreso.

Debate simultáneo y en estereofonía. En el hemiciclo, el tasado debate parlamentario entre los portavoces. En la calle, el derecho al pataleo. Los teléfonos móviles de los manifestantes echaban humo repicando una viñeta del gran Chumi Chumez: «Tengo hambre», dice el pobre que está viendo comer al rico. Y éste responde: «Haga el favor de no politizarme la digestión». Es lo último de los indignados en las tramas digitales.

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