Rafael Torres – Al margen – Las otras víctimas de Bankia.


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

La sección sindical de CC.OO. en Bankia ha elaborado un informe según el cual uno de cada cinco trabajadores de la entidad sufre de ansiedad y depresión, la mitad ha recibido últimamente amenazas e insultos de los clientes, y la mayoría ha visto afectada su existencia y sus relaciones personales desde que la empresa se fue al garete. Lamentablemente, el informe de CC.OO., sindicato que hasta el momento, por cierto, nada ha dicho ni hecho en favor de las decenas de miles de trabajadores y jubilados perjudicados gravemente por Bankia, apenas apunta las causas de la realidad que describe, siendo en ellas donde radican las claves para entender el altísimo número de víctimas, a uno y otro lado del mostrador, de ese engendro bancario lastrado por el ladrillo y la insolvencia que compusieron siete Cajas de Ahorro controladas por el Partido Popular, pero en las que tampoco faltaba la presencia de otros partidos y de la propia CC.OO.

Casi cien mil familias, las de los estafados por las Participaciones Preferentes, más tantas otras desahuciadas ominosamente de sus hogares por no poder afrontar ahora los pagos de una hipoteca que les metieron por los ojos, viven hoy, aunque carecen de una sección sindical que cuantifique y publicite sus sufrimientos, en una agonía permanente. El número de ellos que necesitan de medicamentos es abrumador, con la particularidad de que algunos no pueden pagárselos por tener su dinero confiscado, o retenido, o sustraído, por el Gobierno y sus prestamistas alemanes. Entre esas víctimas las hay que no pueden, necesitándolo urgentemente, operarse, que no pueden alimentarse debidamente, ni socorrer con sus ahorros incautados ni a los hijos en paro, ni a los nietos. Los hay, también, que han fallecido a causa del disgusto, y otros muchos que, habiendo ahorrado durante toda una vida de fatigas y renuncias, hozan en la miseria porque tras el mostrador de su Caja de toda la vida se encontraron con alguien sin conocimientos o sin conciencia.

Claro que los trabajadores de Bankia lo están pasando mal, y desde luego que no todos, ni muchísimo menos, secundaron la estafa urdida por la dirección ni se hicieron cómplices de ellas. Ahora son también víctimas de Bankia, sienten en sí, en sus personas, en sus familias y en su futuro, el maltrato y el desprecio. Su destino, y es una pena que no lo señale CC.OO., está irremisiblemente ligado al de las víctimas primigenias.

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