Antonio Casado – El palo de Obama.


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

A principios de los noventa las empresas españolas supieron que no podrían competir en la Unión Europa, en la que España había ingresado pocos años antes, si no ganaban tamaño. Ese fue el origen y el motor de la espectacular expansión empresarial de nuestro país en Latinoamérica, aprovechando las condiciones de cultura y lengua comunes para un acercamiento mucho más fecundo.

En un encuentro informal con periodistas el máximo responsable de cierta compañía del IBEX comenta que aquel despliegue empresarial llegó a preocupar a EE.UU. hasta el punto de que el asunto entró en la agenda de los servicios secretos. Con esta consideración recién instalada en la memoria el abajo firmante viene a toparse con el inoportuno, injusto e inesperado palo del presidente norteamericano a la ya bastante maltrecha imagen de España en el exterior.

Como es sabido, Barack Obama, acaba de poner a España como ejemplo de lo mal y tarde que se hicieron las cosas en Europa para luchar contra la crisis económica. «España no supo reaccionar con rapidez cuando estalló la burbuja inmobiliaria y por eso ha tenido muchos problemas a la hora de obtener préstamos», ha dicho urbi et orbi, sin que nadie pudiera replicarle o matizar con más rigor sus declaraciones. O sea, que el mal ya está hecho.

Llueve sobre mojado porque su adversario político en la carrera por la Casa Blanca, el republicano Mitt Romney, ya había declarado el pasado 3 de octubre: «No quiero seguir el camino de España». Se refería al gasto del Estado aunque, mire usted por donde, no es mayor ni menor que el estadounidense (ambos están en torno al 42 por ciento). La pedrada de Obama se refiere a la deuda y las dificultades de España para financiarla aunque es bastante inferior a la de EE.UU. Pero no se trata de hacer comparaciones odiosas sino de valorar esas palabras como susceptibles de causar un daño incalculable a algo tan inmaterial como la imagen de marca, la credibilidad, la autoestima de un país.

Ahí nos duele. Hablamos de intangibles. Son claves en la naturaleza de la crisis económica que nos agobia. Cuestión de imagen. Y, atención, porque esto tiene mucho más recorrido que las aventuras del Rey don Juan Carlos, el hermano de Alfonso Guerra, el puro que se fuma Rajoy por las calles de Nueva York, las viñetas francesas de los deportistas españoles, las niñas góticas de Zapatero, el bigote de Aznar o la cornada en el ojo de Padilla. Por tanto, quedamos a la espera de la reacción del Gobierno. Incluso con mayor contundencia que la mostrada por la vicepresidenta Sáenz de Santamaría cuando acusó a Romney de desconocer la realidad española.

Al menos el Gobierno tendrá que acusar a Obama de haber olvidado el componente artificial que infla una parte de la deuda, nuestro potencial de crecimiento y el despliegue internacional. Y recordarle de paso que hace apenas cuatro años nos puso como ejemplo en el sector de las energías renovables.

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