Fernando Jáuregui – El rasgo.


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

«El rasgo» fue el título de un célebre artículo de Larra en el que criticaba una donación casi simbólica de la Reina en beneficio teórico de la Patria. No pretendo, Dios me libre, emular a «Fígaro»; ni a la suela de las sandalias le llegaría. Pero abuso de su permiso para encabezar este comentario con el «rasgo» que significa haber donado veinte millones de euros a Cáritas siendo el donante uno de los tres o cuatro hombres más ricos del mundo, según el «hit parade» que se utilice.

Es el caso que el dueño de Inditex, Amancio Ortega, padre de todas las zaras, ha batido los récords de «trending topics». Y lo ha hecho al saberse de la donación de la Fundación cuyo nombre lleva el de Don Amancio a favor de la ONG religiosa que ayuda a casi tantos pobres como euros ha recibido del magnate gallego. Y ha habido de todo en los comentarios: desde los que dicen que no quieren caridad hasta una mayoría de voces, admiradoras rendidas del gesto, o el rasgo, si usted quiere.

Personalmente, me veo comprometido a escribir esta glosa porque no hace mucho tiempo dediqué otro artículo, reconozco que con mala uva, a Don Amancio, pidiendo que reconsiderase la que yo pensaba que era una casi nula política de ayuda a los más necesitados, amparada en un afán de anonimato y clandestinidad que casaban mal con las necesidades de una multinacional en los tiempos que corren. El artículo malauvista tuvo, como todos los de su género, bastante buena acogida entre el respetable. Lo que ocurre es que no era del todo cierto lo que en él yo decía.

Ahora tengo que pedir perdón. He ido sabiendo que hay empresas triunfantes, en España y fuera de ella, que practican -rara avis- una política silenciosa de ayuda a lo que podríamos llamar causas sociales. Inditex y Mercadona, a la que también citaba en el malhadado artículo, son dos de ellas. Y usted podrá decir que, al fin y al cabo, veinte millones de euros son una minucia en el océano de los miles de millones ganados cada año por los emprendimientos de Don Amancio.

Pero creo que sé de lo que hablo si aseguro que veinte millones dan para muchas, muchas, cosas benéficas. Y que, desde luego, una piedra da mucho menos, y produce muchos menos puestos de trabajo, por cierto.

¿Pura caridad? Qué sé yo, a estas alturas, lo que pueda o no ser la caridad, con la que está cayendo. ¿Publicidad oportunista? Más de esa publicidad quisieran muchas instituciones benéficas que se mueren consumidas, O más de esas ayuda a los emprendedores que ofrecen algunas otras multinacionales quisiéramos los que, de una u otra forma, se arriesgan a volar por su cuenta, sacrificando su seguridad y la de sus familias.

Todos imaginamos, ya digo, lo bien que vienen, a quien bien sabe utilizarlos a favor de los más necesitados, esos veinte millones. Ortega ha puesto el listón bastante alto para lo que se cotiza y va a obligar -confío– a otros del Ibex a pedalear hasta su altura. Y eso, en estos momentos de, ay, máximos números de desempleados que vivimos, viene muy bien. Que cunda el ejemplo, que callen los que poco han hecho en su vida para dejar el mundo a sus hijos un poco mejor de lo que ellos lo encontraron y aplausos, plas, plas, para Amancio Ortega, con perdón, y al menos por esta vez.

[email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído