MADRID, 29 (OTR/PRESS)
Laura Mintegi, la lideresa de Bildu, está triste porque en Francia han detenido a Izaskun Lesaka y a su novio, sin ningún miramiento, y, encima, les han quitado las dos pistolas que llevaban encima cada uno de ellos, no sé a dónde vamos a parar.
Izaskun Lesaka es una chica polivalente. Lo mismo lee un comunicado bajo una capucha, delante de las cámaras, diciendo que hay tregua, que organiza el atentado de la T-4 de Barajas, en el que murieron dos ciudadanos ecuatorianos, en fin, una de esas chicas que lo mismo sirve para un roto de paz que para un descosido de cadáveres.
Laura Mintegi está enfadada por lo que ella califica «operación de represión». Y aún más, ha añadido que «el gobierno español no sabe lo que es un proceso de paz, no tiene ni idea». Y ahí le debemos conceder la razón, porque la que sabe de procesos de paz es Laura Mintegi, sobre todo de la paz de los cementerios, donde enterraron a Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate.
Laura Mintegi, la candidata de Bildu a presidir el Gobierno Vasco está triste, pero cualquiera, en su lugar, se encontraría en plena consternación porque, mientras ella va a cobrar como parlamentaria, y puede ir de radio en radio y de periódico en periódico, los que han logrado que ella esté donde está, se encuentran o en la cárcel como Izaskun Lesaka o huidos, y con la incomodidad de que cualquier día la policía francesa, o la Interpol, o cualquiera esas fuerzas que doña Laura considera «represoras», les echen mano y acaben en el mismo lugar que Izaskun Lesaka.
Laura Mintegi no sólo debe estar triste, sino tiene que sufrir un terrible problema de conciencia al comprobar que sus admirados asesinos de ETA viven bastante peor que ella.
