Andrés Aberasturi – Lo malo son las respuestas.


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Es un viejo dicho que no sólo afecta a la profesión periodística sino a la vida de todos: las preguntas nunca son culpables, lo que verdaderamente importa son las respuestas. Y es que aunque haya preguntas -y las hay- envenenadas y crueles, la última palabra la tiene el que responde y eso significa una ventaja absoluta; de ahí que siempre me hayan parecido un ejercicio inútil las llamadas «sesiones de control al Gobierno» que no son sino un paripé democrático.

Pero me refiero hoy a dos respuestas del presidente Mas durante su estancia en Bruselas que no sé yo si han sido suficientemente glosadas o han pasado casi desapercibidas gracias a la periodista sueca que ha acaparado toda la atención de los medios.

El caso es que a Mas le dijeron de todo, desde la «deshonestidad intelectual» de la posible pregunta del posible referéndum a si había explicado a los catalanes todo lo que suponía ese posible proceso o si Cataluña tenía los recursos suficientes como para poner en marcha todas las instituciones necesarias para entrar en la UE. Y Mas dijo dos cosas realmente sorprendentes; la primera fue que «el proceso está siendo muy rápido y, como pueden imaginar, no tenemos todas las respuestas ahora.» La segunda se refería a si había explicado bien a los catalanes los problemas de la vida cotidiana fuera de la UE y las respuesta de Mas fue: «Se lo explicaremos, pero dejémosles que elijan por ellos mismos».

Sin sacar nada de su contexto, las respuestas parecen tremendamente frívolas y desde luego impropias de un político responsable. ¿Cómo se puede iniciar un proceso de tal envergadura «sin tener todas las respuestas» porque las cosas van muy rápidas? ¿Pero de qué ligereza es esta? Lo mínimo que se puede pedir a quien pretende liderar nada menos que la secesión de un territorio de un estado soberano y democrático, es haber estudiado antes hasta el último detalle de su particular cruzada y tener, efectivamente, todas las respuestas a todas las situaciones posibles. Eso se da en primero de estrategia militar, económica o política. No tener esas respuestas es sencillamente suicida.

Y vamos con la segunda: ¿Ha explicado a los catalanes lo que les viene encima? Y Mas contesta ¡con un futuro!; «Se lo explicaremos» dice claramente lo cual implica, por defecto, que no se ha explicado todavía. Pero si esto ya sería bastante difícil de admitir en una democracia, Mas intenta salir airoso de ese futuro con una apostilla que empeora la cosa: «dejémosles que elijan por ellos mismos». O sea, primero que voten y luego ya les explicaremos lo que han votado, que elijan por ellos mismos un destino que desconocen porque nadie tiene la obligación de saberlo y pocos la oportunidad de estudiarlo.

Cada vez estoy más convencido -y aun mas con las encuestas que salen y los amagos de recule (con perdón) del propio Mas visto lo que está viendo- que al final todo quedará en el intento del famoso y deseado concierto económico. Que se firme o no, será responsabilidad del ausente Rajoy, pero aquí, me temo, manda «la pela» más que el corazón aunque el corazón pese mucho y uno respete las razones sentimentales bastante más que las económicas. Sea como fuere, da un poco de miedo lo que no puede ser calificado mas que como una provocación del candidato de CIU: no le pararán ni consejos de ministros, ni Tribunal Constitucional ni las Cortes Generales en la que su partido está representado.

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