José Luis Gómez – A vueltas con España – Ni al FMI le gusta la austeridad.


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Lo que decía la izquierda, lo dice ahora el Fondo Monetario Internacional (FMI): la austeridad es un riesgo. Y es que esta calamitosa práctica económica amenaza con ser «políticamente y socialmente insostenible» en los países de la periferia europea, como reconoce el propio FMI, a menudo entregado a la causa neoliberal. ¿Por qué? Entre otras razones, porque las reformas fiscales y estructurales tardarán años en completarse.

El Gobierno español ya no puede mirar más para otro lado, ni siquiera aunque se lo imponga Alemania. Sea como sea, el Ejecutivo de Rajoy debe complementar las políticas de austeridad con otras de apoyo a la reactivación y la creación de empleo, para llevar esperanza a millones de hogares que sufren de forma dramática.

Hay gente que se suicida cuando le vienen a desahuciar. Otros no tienen que comer. Millones de personas están en paro. Cada vez más no tienen ingresos… La mutualización de la deuda, es decir, la emisión de eurobonos, sería el camino más sencillo y rápido para conseguir una mayor integración fiscal en Europa, pero la Alemania de Merkel, que tiene elecciones a finales del año que viene, poco o nada quiere saber de todo ese plan. Prefiere, eso sí, reiterar su llamada hoja de ruta para España, que comprende infinidad de sacrificios.

A la canciller alemana se le echa mucha culpa de la crisis europea, seguramente con razón, pero también hay que reconocerle que impulsa más Europa en lo político, económico y fiscal; por ejemplo, cuando pide un ministro de Finanzas europeo. En ese caso, por lo general es Francia la que bloquea, por no hablar de Gran Bretaña, reticente a todo lo que suponga más Europa.

Digamos que en el viejo continente está todo liado, con muchos intereses encontrados y poco liderazgo, y que todo ello no hace más que dificultar la salida de la crisis en España, ahora sujeta a una devaluación interna cada día más demoledora. Es el precio de seguir en la eurozona, pero una salida de España del euro desencadenaría un proceso no menos traumático y enormemente peligroso para su futuro. Por momentos, parece que estamos ante un callejón sin salida.

Pero tiene que haber salida, porque si bien la situación económica no es buena, en esta crisis -institucional, de modelo de Estado y de valores-, España también tiene una oportunidad de cambiar las cosas que funcionan mal.

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