José Luis Gómez – A vueltas con España – ¿Se repite la historia del Prestige?


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

Ahora que se celebra el juicio por el Prestige, diez años después de aquella tremenda catástrofe marítima, un experimentado marino mercante ha dicho que se le pueden dar muchas vueltas a las cosas pero que cuando a alguien se le rompe una botella de aceite en la cocina no se va con ella al salón, sino que procura depositarla inmediatamente en el lavadero, para minimizar los daños.

Del mismo modo, razona que si hubiesen llevado el Prestige a una playa, ésta habría resultado muy dañada pero no todas las costas de Galicia y de otras comunidades de España, e incluso de Francia y Portugal. Su razonamiento no se detiene ahí, al concluir con la impresión de que el país se gestiona ahora igual que se gestionó la crisis del Prestige, casualmente con el mismo protagonista al frente: Mariano Rajoy. ¿Y cuál sería la playa en el caso de la crisis? Todo parece indicar que sería el rescate o la salida del euro, ya que la solución alternativa -una ayuda alemana- parece poco probable, aunque tal vez no haya que descartarla en el último segundo.

Dice un importante economista germano, que conoce bien España, que en esta salida de la crisis tampoco hay que olvidar que el euro es la moneda de Alemania y que ésta, más tarde o más temprano, tiene que asumir la defensa de su propia moneda, a la que no puede dejar caer. Pero el problema, para España, es que una salida por las alturas puede llegarle ya tarde.

La economía española precisa dinero y tropieza con que Alemania no acepta darle a la máquina de los billetes, como hace Estados Unidos, porque Berlín no quiere asumir la inflación resultante. El Gobierno de Angela Merkel, que a finales del año que viene se someterá a unas elecciones, ni siquiera abandera políticas de crecimiento en su propia casa, de forma que pudiese contribuir a tirar de países como España.

Tan poco margen hay en ese sentido que la economía de la zona euro entró en recesión en el tercer trimestre de 2012, mientras que el conjunto de los Veintisiete apenas crece. Pero algo tiene que pasar. El mundo no se va a hundir a los pies de España. Y si se quiere salir de esta, se puede. Bastaría que los países triple A (Alemania, Finlandia, Holanda y Austria) asumieran que los que están al borde del precipicio financiero (Italia, España, Portugal y Grecia) también son Europa, porque solo los poderosos pueden ser generosos

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